"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro"
2.ª Pedro 1:19

sábado, 18 de diciembre de 2010

Un Blanco para La Envidia de Satanás x David Wilkerson

Si Ud. es un creyente que busca a Dios con todo su corazón, Ud. es un blanco.


Este mensaje es para los creyentes que están pasando por una experiencia de prueba severa. Estoy dirigiéndome a aquéllos que soportan profundas pruebas y están agotados mental, física y espiritualmente. Vivimos en un tiempo de gran tensión, cuando las pruebas pueden caer sobre nosotros repentinamente, dejándonos sobrecogidos, cansados y confundidos.

Le doy gracias a Dios por cada creyente que está, en este momento, disfrutando una temporada de buenos tiempos. Su vida no está bajo gran tensión ni tiene que afrontar duras pruebas o profundo dolor.

Estoy agradecido al Señor por proveer dichas temporadas en la vida de sus hijos.

Sin embargo, sabemos, por las Escrituras, que las tormentas y las grandes pruebas llegan a todo aquél que ha entregado verdaderamente todo a Cristo: “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová” (Salmos 34:19). Además, si Ud. tiene hambre de Dios, si está determinado a buscarle con todo su corazón, fijando en Él, su mente y su alma para obedecer Su Palabra, Ud. será continuamente un blanco de la envidia del diablo.

Por siglos, grandes cristianos han intentado demostrar las causas y razones por las que los justos sufren. Mi biblioteca personal está repleta de tales libros. Sin embargo, las respuestas parecen ser evasivas. Cada vez que me hallo en medio de una dura prueba, encuentro difícil aplicar cualquiera de los principios aprendidos, en mi propio corazón angustiado. Por el contrario, me encuentro orando: “Señor, tengo que recibir de tu Palabra para mi necesidad presente”.

Para muchos que soportan largas pruebas, las preguntas que más abundan suenan así: “Señor, ¿te ofendí de alguna manera? ¿Hay algo en mi vida que está impidiendo que oigas mi clamor? Si he sido fiel a tu Palabra, entonces ¿por qué esta prueba interminable? La Biblia dice que tú no vas a dejar que yo sea tentado más de lo que pueda resistir, ¿por qué estoy en este punto de quiebre?

Estoy convencido de que la mayoría de las batallas espirituales se llevan a cabo en la mente del creyente. Muchos cristianos soportan tremendas angustias mentales, pensamientos de opresión y de miedo, opuestos a Cristo. No pueden desprenderse de los recuerdos depresivos de fracasos pasados. Terminan sintiéndose que no merecen estar en la congregación ni tener las bendiciones de Dios.

Yo no tengo la respuesta para todas las preguntas de por qué los creyentes sufren tanto, pero sé que una cosa es segura.

En el momento en que uno afirma su corazón para buscar al Señor, determinándose asirse de sus promesas, uno se constituye en el blanco de la envidia de Satanás.

Llega el momento en la vida de todo creyente, en que enfrenta una elección: puede quedarse tibio en su fe, o puede cruzar la línea para seguir a Jesús con todo su corazón. Cada vez que elegimos agarrarnos de Cristo completamente, estremecemos las entrañas del infierno. Y Satanás envía sus hordas demoniacas para desatar la ira del infierno en nuestras vidas.

Una estadística de la encuestadora “Barna” revela que 70 por ciento de las personas que dicen haber nacido de nuevo, no considera que su caminar con Dios sea lo más importante en su vida. Esta es una absoluta tragedia. Esto explica el por qué Satanás se incomoda tanto cuando una pequeña minoría decide apartarse para servir a Jesús.

El diablo reconoce algo en cada cristiano dedicado, algo que es absolutamente destructivo para su reino. Sucede cuando un hijo de Dios decide confiar en El Señor a través de todo, acercándose a Él a pesar de los dolores y dificultades. Satanás se da cuenta de que tal cristiano va a ganar a otros para Cristo, tanto en oración, como al soportar gran sufrimiento sin que su fe se vea afectada.

Cuando Satanás ve este tipo de fe, él sabe que los cimientos del infierno están siendo sacudidos. Así que ordena a sus principados que abandonen sus puestos usuales cerca a los creyentes fríos, indiferentes y amadores de los deleites, y los redirige a buscar a cada cristiano con fuego en su corazón, cuyas acciones demuestren que dicho cristiano está dirigiéndose a la plenitud de Cristo.

Considere al apóstol Pablo. Cuando este celoso perseguidor de la iglesia recibió una revelación de Cristo, él afirmo su corazón para ayunar y orar; e inmediatamente se convirtió en el blanco principal de la ira de Satanás. El diablo no le temía simplemente al impacto que tendría la conversión de Pablo para con su obra en la tierra; él se puso ferozmente celoso por la revelación de Pablo del paraíso.

Ud. verá, la Escritura nos dice que Lucifer fue echado del cielo, lejos de la gloria de la presencia de Dios. Y desde aquel entonces, el diablo no puede soportar la idea de que alguien “inferior” a él pueda saborear algo del paraíso. Se llena completamente de envidia por cualquiera que sea bendecido al contemplar lo que él perdió por toda la eternidad.

Pablo escribe: “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee” (2 Corintios 12:7). Ahora bien, Dios nunca enviaría un poder demoniaco a alguno de sus siervos. A pesar de que Job fue abofeteado por Satanás, El Señor puso límites al poder del enemigo para afligirlo. Satanás puede acosarnos, pero no puede destruir ni una sola vida.

Según Pablo, Dios permitió que este sabueso infernal interviniera en la vida de Pablo para evitar que la soberbia se levante en su corazón. El diablo asignó a este mensajero para afligir la carne de Pablo, causándole dolor físico y mental. Satanás le ordenó al demonio que sea implacable en su ataque: “Abofetea a Pablo repetidas veces. Golpéalo cada día, sin detenerte”. Pero la envidia había cegado los ojos de Satanás con respecto a Pablo. Lo que el diablo usó para tratar de derribar a Pablo, un bombardeo de ataques físicos y mentales, Dios lo tornó para el bien de Pablo.

Ciertamente los poderes de las tinieblas habían acompañado a Saulo en su camino a Damasco. Después de todo, se trataba del sirviente preferido de Satanás: un líder religioso, celoso, “temeroso de Dios”, quien literalmente hacia la obra del diablo. Saulo se dirigía a perseguir cristianos y traerlos de regreso a Jerusalén, donde serían encarcelados y torturados.

Pero cuando Saulo fue derribado a tierra y recibió una visión de Cristo, él inmediatamente se postró sobre su rostro y clamó: “¡Señor Jesús, dime qué debo hacer!”. Rehusó comer o dormir por tres días, para enfocar todo su ser en El Señor.

¿Qué cree que sucedió en el infierno en ese momento? Todo el reino del diablo erupcionó. Me imagino a Satanás convocando una reunión de emergencia, donde se designó a un mensajero especial para cumplir una asignación de por vida: enfocar todas las armas del infierno contra Saulo. Satanás instruyó a este mensajero, así: “Persigue a ese hombre con todas tus fuerzas. Tienes a tu disposición todo el arsenal del infierno. Tu única misión es destruir la fe de Saulo”.

Puedo imaginarme los tormentos que este demonio trajo sobre Pablo: bombardeos de mentiras, recuerdos de cada cristiano que él torturó, recuerdos de cada cosa que hizo en contra del nombre de Cristo en el pasado. Así también, Satanás hace lo mismo con cada creyente que hoy, está en fuego, envía principados de maldad a nuestras vidas y nos susurran mentiras con una intención: destruir nuestra fe.

Estos ataques fueron el resultado de aquella vez en la que Satanás perdió su intimidad con el Padre.

Esta es una de las razones por las que el diablo trata de traer abajo a los santos de Dios. Él quiere que salgan de su descanso, de su intimidad, de la esperanza del paraíso con El Señor; es decir, de todas las cosas que él perdió cuando fue expulsado del cielo.

Piense por un momento en su antiguo caminar con Dios. Quizás en otro tiempo fue más diligente y tenía una gran hambre de Dios y rogaba para que él lo use. Por ello, tomó la decisión de cruzar la línea para entregarse completamente a Jesús. Y, de repente, fue llevado a orar de una manera que nunca antes lo hacía, y las preocupaciones de Dios, se hicieron suyas también. Le pidió a Jesús que vivificara su corazón, que pusiera de su Espíritu, que le haga un intercesor y que le dé sus dones.

Le digo: Esa fue la época en la que Ud. se convirtió en un blanco importante para la ira de Satanás. Usted dirá: "Pero ese periodo no duró mucho, ya no tengo esa clase de celo, la mayoría de mis días los vivo bajo una nube de desesperación". Nada de eso importa. Aún ahora mismo su fe debe estar en peligro, a punto de colapsar. Sin embargo, Satanás sabe la verdad: Debajo de todos esos problemas, todavía hay un poco de incandescencia del fuego de Dios. Y mientras esas brasas estén ahí, en cualquier momento pueden arder otra vez.

Es por eso que Satanás no dejará de molestarlo. Por eso, es que Usted es abofeteado. Él está decidido a no darle oportunidad alguna al Espíritu Santo para que encienda esa llama en Ud. Por ello, Pablo, en una de sus cartas nos advierte que no ignoremos sus maquinaciones: "para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones" (2 Corintios 2:11). En otras palabras, si fuéramos ignorantes de las tácticas del enemigo, haríamos que gane ventaja sobre nosotros.

Algunos cristianos creen que no deberíamos ni mencionar el nombre de Satanás, que esto de alguna manera lo glorificaría. Sin embargo, la Biblia deja claro que si conocemos las armas del enemigo, no tenemos razón de temer. De hecho, dicen que en estos últimos días, Satanás vendrá a la tierra con gran ira, así que es mejor que conozcamos su estrategia. En otra de sus cartas, Pablo escribe advirtiéndonos: "Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras."(11:14-15).

La advertencia de Pablo es muy clara: el diablo usa personas que no tienen a Dios, como mensajeros de su ira y envidia. Y de acuerdo a los apóstoles, estas personas se han infiltrado en la iglesia. ¿Ha conocido Ud. a ese tipo de gente? ¿Alguna vez ha sido el blanco de su engaño, mientras hablaban palabras que perforaban su alma, palabras que Ud. sabía que venían de los labios del diablo?

Usted es un blanco perfecto para sus reproches, porque su fe y su celo son un malestar para su estilo de vida, amantes de los placeres. En resumen, dichas palabras son la envidia de Satanás airándose contra Ud. No obstante, la luz del evangelio expone cualquier obra de las tinieblas, alumbrando a los siervos de Dios contra los engaños del enemigo.

En el Salmo 42:5-9, el rey David escribió acerca de un tiempo cuando su alma fue traída abajo:

“¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?”

Cuando David escribió este salmo, su estado espiritual no estaba ni frío ni tibio. De hecho, en este salmo él escribió también: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía”. Sin embargo, aun así Satanás aprovechó este tiempo para mandar a sus mensajeros para provocar y acosar a David, lanzándole a la cara de este hijo de Dios, la acusación: "David, ¿dónde está tu Dios?".

Esto quebrantó el corazón de David, llevándolo a clamar: "Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días ¿Dónde está tu Dios?". Note que la pregunta que le hizo el diablo, no fue: "¿Dónde está Dios?", sino: "¿Dónde está Tu Dios?", en otras palabras: "¿dónde está la evidencia del cuidado de Dios por ti?"

Cuando David escribió esto, estaba huyendo de su hijo Absalón. Él decidió esconderse en cuevas y sufrir angustias en muchos niveles: mental, física y espiritualmente. Además, la mayoría de los israelitas lo habían rechazado, incluyendo sus mejores amigos. Entonces, David habló de su dolor más profundo, escribiendo "mientras me dicen todos los días..." (Salmo 42:3), pero, ¿quiénes eran ellos?

Algunas veces el diablo usa personas para que nos digan cosas de una manera dolorosa y dañina. Y la mayoría de las veces, el enemigo usa sus poderes demoníacos, enviándolos a sacudir nuestra fe. Nos susurran sigilosamente pensamientos devastadores formulados por el mismo maligno. E inclusive los creyentes más fuertes no están inmunes a estos ataques. Ese fue el caso de David, quien escuchó acusaciones tales como: "No tienes casa, tu familia te ha rechazado. Tienes problemas de todo tipo, David. ¿Cómo puedes decir que eres un ungido de Dios?".

Así mismo, los mensajeros de Satanás inyectan las mismas acusaciones en nuestras mentes hoy, haciendo que nos preguntemos: "Señor, ¿dónde estás en esta crisis? ¿por qué estoy enfrentando este cáliz de dolor, con tantas cosas en contra mía? y ¿por qué no escuchas mis oraciones?, ruego a ti día y noche, pero no oigo nada. ¿Acaso mis lágrimas no significan nada para ti?

Sabemos que David caminaba muy cerca del Señor, confiando en su fidelidad cada día. Él era un hombre de oración que acudía al Señor en cada asunto de su vida. Y la Biblia dice que Dios estaba con David donde sea que él estuviera y en todo lo que hacía. Por ello, Satanás debe haber envidiado demasiado a este hombre y las revelaciones que recibía desde el cielo, que se reflejan en sus salmos.

No es sorpresa que el diablo haya mandado a un espíritu maligno que posea a Saúl, un rey sin principios, que manifestaría la ira del infierno en contra de David: “Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David.” 1Samuel 18:9

No se equivoque: A Satanás no le importaba la habilidad de David para pelear, su talento artístico o su personalidad ganadora. Ninguna de estas cosas por si solas representaba una amenaza para el reino de las tinieblas. Más bien, había algo en la fe de David, en su relación con el Padre, que causaba que el infierno tiemble. Y eso lo convertía en el "blanco número uno" en la mira del diablo. Este hombre era perseguido, era motivo de burla y pasaba por gran sufrimiento, por una sencilla razón: caminaba cerca a Dios.

Lo mismo pasa hoy con cualquier persona que verdaderamente busca a Dios. El diablo ve que El Señor está con tal o cual creyente, y que él fue abandonado por Dios; entonces se levanta automáticamente una furia de envidia. De hecho, la envidia del diablo por David se daba a conocer claramente a través de las expresiones celosas de Saúl: “Pero Saúl, viendo y considerando que Jehová estaba con David, y que su hija Mical lo amaba, tuvo más temor de David; y fue Saúl enemigo de David todos los días.” “Y Saúl procuró enclavar a David con la lanza a la pared, pero él se apartó de delante de Saúl, el cual hirió con la lanza en la pared; y David huyó, y escapó aquella noche.”(18:28-29, 19:10).

Fíjese que a pesar de que Saúl se airaba contra David, también le tenía miedo: “Mas Saúl estaba temeroso de David, por cuanto Jehová estaba con él, y se había apartado de Saúl” (18:12) Aquí hay una clara prueba de que el diablo le teme a cualquier hombre o mujer de Dios justo, que ora y confía en Dios. También Santiago en su carta nos exhorta con esta verdad, recordándonos de una importante arma que nos ha sido dada: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (Santiago 4:7).

Satanás envidia y le teme a la mayoría de aquéllos que han estado con Dios en oración y que están determinados a batallar en fe.

Satanás le teme incluso a un pequeño ejército de aquéllos que están ceñidos de fe para la batalla. Tiembla delante de los que están puestos en pie, listos para resistir. Y justamente porque le teme a Ud., su designio es neutralizar su espíritu de lucha.

El diablo hace esto tratando de inundar su mente con derrotas, distracciones, pensamientos que traen desconfianza y dudas acerca del poder de Dios. Además, él le gritará a su mente y espíritu: “No vale la pena seguir luchando, eres más débil que tus problemas y sufrimientos. Nunca serás un vencedor. Los poderes del infierno son demasiado grandes para que te enfrentes a ellos; por eso, es mejor que te relajes. Ya no necesitas ser tan intenso acerca de la batalla”.

Amados, ¡todo esto es una distracción! Toda la estrategia de Satanás se trata de que usted deje de poner sus ojos en la victoria de la cruz. Él quiere que usted se enfoque en sus debilidades, pecados o tropiezos, y es por eso que él pone más leña al fuego de tus problemas y sufrimientos presentes. Quiere que usted crea que no es lo suficientemente fuerte como para seguir. Pero sus propias fuerzas no es lo que importa, sino la fuerza de Jesucristo.

El hecho es que todos vamos a estar en una batalla hasta que muramos o hasta que Jesús regrese. Tendremos épocas de calma, tiempos de descanso, pero mientras estemos en esta tierra, estamos comprometidos en una guerra espiritual. Y simplemente no hay un final para estas batallas. Por ello, Pablo nos dice que Jesús nos ha dado armas que son poderosas para destruir las adversidades, pues hemos sido equipados con armas que el diablo jamás podrá enfrentar: la oración, el ayuno y la fe.

Algunos cristianos, se han enfocado tanto en su dolor o en su problema que se sienten cómodos con ello. Cuando uno se encuentra con estos creyentes, de lo único que le hablan es de sus luchas. Nunca escuchará mencionar algo de la victoria que Cristo ganó por ellos.

¡Que nunca suceda esto con el pueblo de Dios! El tiempo ha llegado de quitar nuestra mirada en nuestras aflicciones presentes. Debemos dejar de poner nuestros ojos en nuestras pruebas y fijarlos en el Capitán de esta guerra. Jesús tiene la llave de toda victoria, y nos ha hecho una promesa: “Te he provisto de toda arma requerida para la batalla. Y estoy listo y dispuesto para darte fuerza en tiempos de debilidad.”

Muchas veces decimos: “he cruzado la línea por Jesús”, y la verdad es que simplemente hemos venido a confiar plenamente en el “sacrificio de sangre” de Cristo.

En Génesis 15, Dios hace un pacto glorioso con Abraham. Él instruye al patriarca que lleve una becerra, una cabra y un carnero; los corte en 2 pedazos. Luego, Abraham debía tomar una tórtola y un palomino y ponerlos en el piso, cabeza con cabeza. Abraham lo hizo tal cual le fue dicho, y mientras estas criaturas estaban tendidas sangrando, las aves de rapiña empezaban a descender sobre los cuerpos muertos. De repente, Abraham sintió una terrible oscuridad que lo rodeaba. ¿Qué era esta oscuridad?

Pues era el diablo en pánico. Verán, el diablo había oído del pacto que Dios estaba haciendo con Abraham. El Señor le prometió a Abraham hacer de él una gran nación y bendecir su descendencia para siempre. Además, Dios le prometió a Abraham que le daría la tierra de Canaán. Y esta última promesa fue la que hizo que la envidia de Satanás brotara. Canaán era el territorio del diablo, una tierra de idólatras, era la marca demoníaca en la tierra. Y ahora Dios le decía a Abraham que su descendencia iba a venir a tomarla.

Amados, cuando ustedes entran en pacto con Dios, él les habla cosas buenas. Él les promete: “Voy a guardarlos de caída, y presentarlos intachables ante el trono de mi Padre”, “por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.” (2 Pedro 1:4).

Entonces, ¿Cómo creen que reacciona el diablo cuando ve todo esto que sucede en su vida? Primero, él ve cómo van haciendo suya la gloriosa promesa del Nuevo Pacto, a medida que le van dando su vida a Jesús, lo cual llena al diablo de una ira de celos. Luego, los ve firmes y decididos a ir hasta donde sea necesario por El Señor. En ese momento, el diablo sólo puede reaccionar de una forma: ¡Todo el infierno entra en pánico!

Satanás reconoce que Ud. ha confiado plenamente en el “sacrifico de la sangre” de Jesús para tratar con sus deseos carnales y llevarlos a la muerte. Y él sabe que esto significa que su reino, el reino de las tinieblas está siendo desafiado.

Por eso, envía aves de rapiña para que intenten consumir el sacrificio. Y, ¿qué son estas aves de rapiña realmente? Son pensamientos concebidos en el infierno, que vienen a acosarlo, para que Ud. cuestione la fidelidad de Cristo a usted.

Todo lo que se requiere para hacer temblar los fundamentos del infierno es un cristiano confiado, ferviente en oración. Y si eso lo incluye a Ud., pronto sentirá las aves de rapiña que envía Satanás para acosarlo.

Conozco varios creyentes fervientes, que en este momento están luchando contra un fuerte sentimiento de inseguridad. Ellos luchan a diario contra sentimientos de subestima e indignidad. Se preguntan: “Si yo fuera realmente fiel, no estaría tan abrumado todo el tiempo, mi testimonio no sería tan inefectivo ni estaría tan azotado económicamente”. ¡No! Todo eso es el trabajo de las aves de rapiña que vienen a robarse el sacrificio.

Dios nos ha dado una estrategia espiritual para resistir la envidia y la ira de Satanás

¿Qué hizo Abraham cuando vinieron las aves de rapiña? La Biblia nos dice que las espantaba. Así mismo Dios nos ha enseñado una manera de lidiar con las amenazas de las aves de rapiña. No debemos temer a los ataques del enemigo, porque hemos sido equipados con poderosas armas de guerra.

Cuando alguna voz de duda o cuestionamiento de Dios viene a mi mente, tengo que compararla con las cosas que yo sé de mi Dios amoroso. Ud. no puede considerar verdadero ningún pensamiento que está basado simplemente en lo que está sintiendo en ese momento. Este pensamiento debe ser medido frente a las promesas que Dios le dio acerca de él mismo y acerca de la victoria que él gano para Ud.

Dicho de manera simple, si los pensamientos que vienen hacia mí, lo hacen acusándome, causando duda y miedo, condenación o traen una sensación de rechazo: sé que no vienen de Dios. Todos debemos estar preparados para cuando vengan esos pensamientos. Inclusive el Señor Jesús fue sujeto a esta clase de pensamientos del enemigo durante la tentación en el desierto.

He compartido con algunos de los siervos más santos de Dios en la tierra. Muchos de ellos me han contado que después de un tiempo de dedicarse a buscar a Dios, ayunando durante días y fijando sus mentes y corazones en los asuntos de Dios, fueron inundados con terribles dudas, inclusive de la existencia de Dios.

Un profeta de Dios me confesó: “Recientemente, he sido atacado por pensamientos malignos. Es la primera vez en mi vida que me pasa”, pero el Espíritu Santo le había asegurado: “Manténte en la fe, éstos no son tus pensamientos, son del diablo. El diablo quiere convencerte de que eres tan maligno como los pensamientos que él envía, quiere sacudir tu fe. Sólo manténte firme y confía en El Señor, pues no te vas a hundir. Estás bajo un ataque del enemigo, porque has removido los fundamentos del infierno”

Como Abraham, mi amigo, espantó a esas aves de rapiña usando la fe en la Palabra de Dios. Así también, Jesús resistió la tentación del diablo en el desierto, y el diablo lo dejó por un tiempo. Podemos saber que Dios hará lo mismo por nosotros, si permanecemos en la fe, confiando en sus promesas.


Así que, amado hermano, cuando los buitres vengan a ustedes, trayendo pensamientos de desánimo e inseguridad, espántelos con la Palabra de Dios. El sacrificio que El Señor le ha permitido hacer es agradable a él, y él lo honrará. ¡Aleluya!

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Preciosas Frases Bíblicas( Curso Bíblico-BBN)

Maestro: Marcelo de la Llave


Descripción: La Palabra de Dios es un libro admirable, porque es el único libro que puede transformar por completo de adentro hacia fuera a una persona y la clave para esta transformación es el Señor Jesucristo morando en el corazón. Sin embargo, en la vida cristiana en muchos momentos no estamos satisfechos con nuestra forma de ser y queremos cambiar, crecer y ser mejores hijos de Dios, no queremos ser manejado por pasiones que nos controlan. Tal vez deseamos superar la amargura, el dolor, la ansiedad, el egoísmo y los malos pensamientos. Si es así, este libro glorioso es la herramienta que puede operar cambios en nuestro interior. La Palabra de Dios con sus “Frases Preciosas”, verdaderas y profundas puede transformarnos por completo, mediante el poder de Cristo.


Lecciones en este curso:

Lección 1 - 51501 Preciosas Frases Bíblicas

"Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien" Sal. 139:14

Lección 2 - 51502 Preciosas Frases Bíblicas

"No te acerques a mi, porque soy mas santo que tu." Is.65:5

Lección 3 - 51503 Preciosas Frases Bíblicas

"El que creyere, no se apresure" Is.18:16

Lección 4 - 51504 Preciosas Frases Bíblicas

"Hasta hoy hacen como antes" 2° Reyes 17:34

Lección 5 - 51505 Preciosas Frases Bíblicas

Tened ánimo, soy yo; no temáis" Mt 14:27


Fuente original: http://www.bbnradio.org/


(Para la descarga de los audios, debes inscribirte y tomar los exámenes correspondientes)

sábado, 11 de diciembre de 2010

Juan el Bautista y el Facebook

Es imposible saber con certeza qué hubiesen hecho algunos personajes bíblicos de haber vivido en nuestra época, pero al menos podemos tener una idea aproximada de cómo hubiesen reaccionado a algunas de los recursos con que contamos hoy, por el carácter que se muestra de ellos en las Escrituras.

Pensemos por un momento en Juan el Bautista y el uso del Facebook, a la luz del cuadro que se pinta de él en Juan 1:19-27.

‘Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas de Jerusalén a preguntarle: ¿Quién eres tú? Y él confesó y no negó; confesó: Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: ¿Entonces, qué? ¿Eres Elías? Y él dijo: No soy. ¿Eres el profeta? Y respondió: No. Entonces le dijeron: ¿Quién eres?, para que podamos dar respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? El dijo: Yo soy LA VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO: “ENDEREZAD EL CAMINO DEL SEÑOR”, como dijo el profeta Isaías. Los que habían sido enviados eran de los fariseos. Y le preguntaron, y le dijeron: Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo en agua, pero entre vosotros está Uno a quien no conocéis. El es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia’.

En uno de los post anteriores dijimos que uno de los peligros del Facebook es que promueve la cultura del narcicismo. Decía en aquella ocasión:

‘El Diccionario de la Real Academia define el narcisismo como: “Excesiva complacencia en la consideración de las propias facultades u obras”. Otra acepción es: “Hombre que cuida demasiado de su adorno y compostura, o se precia de galán y hermoso, como enamorado de sí mismo”.’

‘Yo no estoy diciendo que todo el que hace uso del Facebook es un narcisista, pero es indudable que se trata de un instrumento que puede convertirse fácilmente en un vehículo de auto promoción’.

Y si hay algo claro en este pasaje con respecto a Juan el Bautista, es que evitó a toda costa promoverse a sí mismo. Cuando le preguntaron quién era él, de inmediato llevó el pensamiento de ellos a la persona de Cristo: “Confesó y no negó; confesó: Yo no soy el Cristo”.

Luego le preguntaron si él era Elías o el profeta, y simplemente respondió: “No”. Finalmente le preguntaron directamente: “¿Quién eres?… ¿Qué dices de ti mismo?” Esa pregunta les fascinaría a muchos usuarios de Facebook, sobre todo si tuvieran tantas cosas extraordinarias que decir de sí mismos, como era el caso de Juan.

Su nacimiento fue sobrenatural (su papá era un anciano y su madre era estéril), su nombre fue revelado a sus padres por el ángel Gabriel, fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre (Lc. 1:15), fue el precursor del Mesías, vivió en el desierto comiendo langostas y miel silvestre.

Pero nuevamente volvió a dirigir la mirada de sus interlocutores a la persona de Cristo:

‘El dijo: Yo soy LA VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO: “ENDEREZAD EL CAMINO DEL SEÑOR”, como dijo el profeta Isaías’.

Y cuando insistieron en preguntarle por qué bautizaba si él no era el Cristo, ni Elías ni el profeta, su respuesta fue la misma: “Miren a Cristo”:

‘Yo bautizo en agua, pero entre vosotros está Uno a quien no conocéis. El es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia’.

Me pregunto qué diferencia habría si los usuarios de Facebook, que profesan ser creyentes, imitaran a Juan el Bautista en esto. Creo que habría menos narcicismo en la red y más de Cristo.

© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

sábado, 20 de noviembre de 2010

EL ORDEN DE DIOS para los cristianos que se reúnen para el Culto y el Ministerio

La respuesta bíblica al orden eclesiástico tradicional
Por Bruce Anstey

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VIª Sección

La esfera de las hermanas en el ministerio en la iglesia


Otra área donde las llamadas iglesias de la Cristiandad se han apartado del orden de Dios es respecto al puesto y al ministerio de las hermanas. Se podría plantear la pregunta: «¿Cree usted que una hermana puede ser una ministro?» Respondemos: «Sí, lo creemos, porque la Escritura lo dice así.» En Romanos 16:1 (RVR) leemos: «Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea.» De hecho, creemos que Dios querría que todas las hermanas en la iglesia fuesen ministros: es decir, en el sentido bíblico de la palabra. Sin embargo, si la pregunta se hace empleando la palabra «ministro» según la terminología convencional, que presupone la falsa posición clerical, entonces ni por un momento creemos que una hermana, ni para el caso ningún hermano, pueda ocupar tal puesto. Por otra parte, es bien evidente por la Escritura que el papel de las mujeres en la iglesia no es de carácter público.

En cuanto a enseñar o predicar, la Palabra de Dios dice: «Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sometidas, como también la ley lo dice» (1 Co. 14:34-38). Y: «La mujer aprenda en silencio, con toda sumisión. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, y después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión» (1 Ti. 2:11-12). También en Primera Corintios 14:29 dice: «Asimismo, los profetas hablen ...». No dice, «las profetisas hablen.» En la iglesia de Tiatira había una mujer que se había arrogado el papel de enseñante, y el Señor expresa Su desaprobación diciendo: «Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe» (Ap. 2:20).

Asimismo, cuando se trata de ejercer la autoridad en los asuntos administrativos de una asamblea local, la Palabra de Dios dice que aquellos que están en aquel puesto deben ser «marido de una sola mujer» (1 Ti. 3:2). La Palabra de Dios dice también: «Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para considerar este asunto» (Hch. 15:6, y v. 7: «varones hermanos»). Esto muestra que las mujeres, aunque formaban parte de la asamblea, no formaban parte del liderazgo administrativo. La Escritura habla de «varones principales entre los hermanos», pero nunca habla favorablemente de mujeres guiando entre los hermanos (Hch. 15:22, RVR). Ellas no deben «ejercer dominio sobre el hombre» (1 Ti. 2:12).

Las hermanas tienen una gran área de ministerio que cumplir para el Señor y que los hombres a menudo no pueden hacer. Pero esas cosas pertenecen a la esfera doméstica. No tienen necesidad de rivalizar con los hermanos en su esfera de ministerio público y administración. La Escritura dice: «Las ancianas ... que enseñen a las mujeres jóvenes a ser amantes de sus maridos y de sus hijos, a ser sensatas, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada» (Tit. 2:4-5). Y: «quiero pues que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa ...» (1 Ti. 5:14). «Tu mujer será como fecunda vid en las partes más interiores de tu casa» (Sal. 128:3, BAS, margen). Se podrían citar muchas otras Escrituras para mostrar la esfera en la que las hermanas deben ministrar.

Nos damos cuenta de que esto no es popular en la actualidad, y que será particularmente difícil de aceptar por parte de quienes se inclinan hacia la filosofía del Feminismo. Sin embargo, la Biblia da al menos tres razones por las que las hermanas deben tener un puesto de sujeción en el cristianismo. Después que el Apóstol Pablo se refiere al puesto de las hermanas en la casa de Dios en Primera Timoteo 2:9-12, pasa a decir por qué, usando la palabra «Porque» para comenzar el siguiente versículo (13).

1) Orden de creación. «Porque Adán fue formado primero, después Eva» (1 Ti. 2:13). Dios pudo haber hecho juntos al hombre y a la mujer, pero Él escogió hacer primero a Adán. Lo hizo para indicar que era Su intención desde el principio que el varón tuviese el puesto de guía en la creación. Los hombres no se han arrogado este puesto, sino que les ha sido dado por Dios. El hecho de que Dios hiciese al varón el género más fuerte de los dos indica que estaba en Su propósito que el hombre tuviese el puesto de guía. También, la constitución misma de la mujer es predominantemente emocional. Esto es sumamente necesario para la esfera de servicio que Dios les ha encomendado, pero puede ser calamitoso en la administración y en otras responsabilidades de liderazgo, en las que las emociones han de ser mantenidas bajo control. Dios dio la mujer al hombre para que fuese su ayuda idónea y complemento, no su rival (Gn. 2:18; 1 Co. 11:9). Los dos se complementan maravillosamente el uno al otro cuando operan en los ámbitos que Dios les ha designado.

2) Gubernamental. «Y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión» (1 Ti. 2:14). Cuando Eva actuó con independencia y asumió el liderazgo en la casa de Adán, vino la ruina. Desde aquel momento, su puesto sería el de sujeción a su marido. Ésta era la resolución gubernamental de Dios sobre ella. El Señor dijo a la mujer: «tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti» (Gn. 3:16). Una hermana que reconoce este puesto que Dios le ha dado puede ser una verdadera bendición (Sal. 128:3, «como vid que lleva fruto»). En la Escritura, las mujeres que rehusaron aceptar el puesto que Dios les había asignado y que asumieron el liderazgo fueron generalmente causa de perturbación y ruina (Gn. 3:6; Mt. 13:33; Ap. 2:20; 1 Co. 14:33-34). No debemos pensar que el gobierno de Dios recae sólo sobre la mujer. El hombre está también bajo el gobierno de Dios. Él es responsable para la provisión de alimento y refugio para su familia (Gn. 3:17-19). Un hombre que no haga esto es peor que un incrédulo (1 Ti. 5:8).

3. Testimonial: En otros pasajes, el Apóstol Pablo dice: «Las casadas estén sometidas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sometida a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. ... Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia» (Ef. 5:22-24, 32). Ésta es una tercera razón por la que las mujeres cristianas deben asumir un puesto de sujeción. Las hermanas que están en relación matrimonial pueden, mediante su sujeción a sus maridos, exhibir ante el mundo una pequeña imagen de la sujeción de la iglesia a Cristo.

¡Qué triste ver hoy que este orden es dejado de lado en casi cada asamblea cristiana! Las Escrituras que hemos citado son o bien torcidas, o bien consideradas como anticuadas y prejuiciadas. Hoy las mujeres predican y enseñan desde púlpitos y están en papeles que corresponden a ancianos en las diversas llamadas iglesias. Sin embargo, las hermanas que han aceptado el orden de Dios han encontrado una paz y un contentamiento en la aceptación de la voluntad de Dios que va más allá de toda explicación.

«¡Pero la Biblia dice que las mujeres
deben orar y profetizar!»
Algunos no creen que los pasajes citados de Primera Corintios 14:33-38 y Primera Timoteo 2:11-14 pueden referirse a la predicación y a la enseñanza, porque iría en directa contradicción a Primera Corintios 11:5, que dice: «Toda mujer que ora o profetiza ...». Se argumenta que Dios no diría a las mujeres en un pasaje que oren y profeticen, y que luego se volvería y les diría que no lo hagan. Llegan a la conclusión de que el «hablar» en Primera Corintios 14 debe referirse a algún problema local de Corinto, donde las mujeres interrumpían el culto congregacional al hacer preguntas no relacionadas que podían hacerse en casa.

En primer lugar, si creemos que la Biblia está inspirada por el Dios infalible, entonces es cierto que debemos creer que no hay contradicciones ni errores en Su santa Palabra. Si contemplamos con más cuidado el pasaje de Primera Corintios 11, veremos que el versículo que se refiere a mujeres orando y profetizando (versículo 5) viene antes de las instrucciones a los santos cuando se reúnen (versículo 17). El versículo 17 de este capítulo marca un nuevo párrafo y entra en el orden de cosas cuando los santos se reúnen para el culto y el ministerio. Dice: «Pero al daros las instrucciones que siguen, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor. Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, ...» A partir de este versículo y hasta el final del capítulo 14, el apóstol trata de cuestiones directamente relacionadas con la reunión de los santos. Eso queda indicado por la repetición de la frase «cuando os reunís», o similares, por parte del apóstol (1 Co. 11:17, 18, 20, 33, 34; 14:23, 26). Sin embargo, en los versículos precedentes, cuando se menciona el tema de las mujeres profetizando (vv. 1-16), no se está refiriendo a actividades que tengan lugar exclusivamente cuando los santos están reunidos para el ministerio. Es más amplio que esto. R. K. Campbell dice: «Este pasaje (los vv. 2-16) permite esta actividad de parte de una mujer, pero no indica cuándo era ejercida. El capítulo 14 dice de manera bien clara que ese ministerio de parte de las mujeres no está permitido en la asamblea.» Esto muestra que Dios no impedía a las hermanas que orasen y profetizasen. Tenían abundantes oportunidades para hacerlo en su esfera doméstica fuera de las reuniones públicas de la asamblea. Así, no hay contradicción entre esos dos pasajes. El primero se refiere a «en la asamblea», como el versículo especifica debidamente (1 Co. 14:34), y el otro se refiere a algo más general, no a algo específico de la asamblea (1 Co. 11:5).

En segundo lugar, al responder a las objeciones que se presentan a las claras declaraciones de la Escritura, nos encontramos constantemente con las ideas que las personas han introducido en las Escrituras. La suposición de que las mujeres de Corinto perturbaban las reuniones con preguntas irrelevantes y con murmuraciones es un ejemplo clásico de este tipo de razonamiento. La Escritura no dice nada acerca de tales cosas. El hábito del apóstol Pablo era totalmente contrario a esto. No razonaba introduciendo sus pensamientos en las Escrituras, sino que razonaba de lo que sacaba de las Escrituras (Hch. 17:2). Ésta debería ser nuestra norma de conducta.

Tercero, la palabra en la lengua original traducida «hablar» en Primera Corintios es la misma que se usa en otras partes del capítulo, cuando se dice: «los profetas hablen ...» o «si habla alguno ...». De este modo, «hablar», en este versículo, se refiere evidentemente a tomar parte pública en la reunión, porque éste es el contexto del capítulo.

«¡Pero en la Iglesia no debemos contemplar
la distinción entre varón y mujer!»
Otros estarán de acuerdo en que Dios tiene papeles distintivos para el varón y la mujer, creyendo que deben ser observados, pero sólo en el ámbito de las relaciones naturales en el hogar. Cuando se trata de la iglesia, creen que esas distinciones entre varón y hembra no deben considerarse, porque la Palabra de Dios dice: «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gá. 3:28). Muchos teólogos piensan que esta declaración universal predomina sobre los dictados más estrechos de las otras declaraciones de Pablo en Primera Corintios 14 y de Primera Timoteo 2.

Este malentendido procede de no considerar la distinción entre posición y práctica. La clave que desenmaraña la confusión que pueda existir en las mentes de algunos reside en comprender el significado de la frase «en Cristo Jesús». Describe nuestro puesto de aceptación individual delante de Dios, en la misma posición que Cristo ocupa ahora como Hombre en la gloria. Denota la plena posición cristiana delante de Dios en la nueva creación, y está inseparablemente ligada de la morada del Espíritu Santo en el creyente. Pablo usa esta expresión numerosas veces en sus epístolas (Ro. 8:1; Ef. 1:6; 2 Co. 5:17; Gá. 6:15; Ef. 2:13, etc.). El argumento en Gálatas 3:28 es que todos los creyentes, con independencia de su nacionalidad, trasfondo social o sexo, se encuentran igualmente en este lugar de aceptación delante de Dios. Es un término posicional. Sin embargo, Primera Corintios 14 y Primera Timoteo 2 se refieren a un orden práctico de cosas entre los cristianos sobre la tierra. Así, tenemos dos términos: «en Cristo» (Gá. 3:28) y «en las congregaciones» (1 Co. 14:34). Se refieren a dos cosas diferentes. El primero se refiere a lo que los santos son en el puesto de Cristo delante de Dios en el cielo («en Cristo»); el segundo se refiere a lo que son cuando se congregan para el culto y el ministerio en la tierra («en las congregaciones»).

«¡Pero esas cosas sólo son
de aplicación en Corinto!»


Otros dicen que esta prohibición de que las mujeres hablen en la asamblea era sólo de aplicación a Corinto, ciudad particularmente señalada por sus mujeres estridentes y libertinas. Esas mujeres corintias, cuando eran salvas, se comportaban de una manera similar y causaban perturbaciones en las reuniones. La respuesta de Pablo a este problema local fue que estuviesen calladas hasta que aprendiesen a comportarse mejor. Por tanto, llegan a la conclusión de que esta instrucción no es aplicable a las mujeres en la iglesia en la actualidad. Una vez más: es una mera suposición afirmar que las mujeres estuviesen actuando de la manera que se describe. La Escritura no dice que el problema fuese ése. Más aún, el comienzo de esta epístola muestra que los principios que se dan en la misma son para más allá de Corinto; son para «todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo» (1 Co. 1:2). Además, el mismo pasaje en cuestión en Primera Corintios 14 nos dice claramente que esta instrucción trascendía a la asamblea en Corinto. Dice: «Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones» (1 Co. 14:33-34).

«¡Pero no queremos ahuyentar
a la gente del cristianismo!»


Algunos piensan que no deberíamos practicar esas cosas porque podrían ofender a los inconversos (especialmente a las mujeres) que contemplan el cristianismo. Son de la opinión que esto podría hacer que esas personas se aparten definitivamente de Dios porque pensarán que el cristianismo hace de las mujeres personas de segunda clase. Este argumento parece sugerir que no deberíamos obedecer las Escrituras porque nuestro testimonio ante el mundo es más importante. Implica que es aceptable desobedecer la Palabra de Dios si con ello podemos ganar a algunos. Sin embargo, la Escritura dice que la obediencia a Dios es más importante que ningún servicio que podamos hacer para Él. «Ciertamente, el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros» (1 S. 15:22). Debemos obedecer a Dios en primer lugar, y dejar los resultados en testimonio para Él. En último término, de todas maneras, es Él quien produce una obra en las personas mediante Su poder vivificador. El Señor encomió la asamblea en Filadelfia, diciendo: «Aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre» (Ap. 3:8). Es cosa cierta que no podemos esperar Su encomio y bendición si desobedecemos las claras enseñanzas de Su Palabra.

«¡Eso es porque Pablo era un anticuado!»

Algunos consideran que lo que Pablo escribió acerca de la cuestión del puesto de la mujer se debe a prejuicios y a que tenía una actitud dura con las mujeres. Consideran que sus enseñanzas acerca de esta cuestión son sólo algunas de sus ideas personales que resultaban de que no estaba casado y que no comprendía a las mujeres. Sin embargo, en el mismo capítulo en el que Pablo escribe acerca del puesto de la mujer, dice también: «Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore» (1 Co. 14:37, RVR). No, esas cosas no son simplemente opiniones personales de Pablo, sino que son «los mandamientos del Señor».

La cubierta de la cabeza

Otra cosa que los cristianos descuidan en la actualidad es el uso de las cubiertas de la cabeza. Primera Corintios 11 da unas instrucciones muy claras y explícitas de que las hermanas deben tener la cabeza cubierta cuando se están tratando temas divinos. Por cuanto este pasaje de la Escritura no especifica dónde deben llevarse las cubiertas de la cabeza, no estamos autorizados a decir que sólo se aplique a las reuniones de asamblea. Es más amplio que esto. Su aplicación se extiende a cualquier momento en que se estudie la Palabra de Dios, tanto si se trata de una reunión pública como de un estudio privado.

A veces se hace esta pregunta: «¿Por qué iba Dios a querer que las hermanas se cubran la cabeza? ¿De qué sirve esto, de todos modos?» Lo cierto es que Dios no sólo nos manda hacer algo, sino que también nos dice por qué. Esta es la belleza del cristianismo. El nuestro es un «culto racional» (Ro. 12:1, RVR). Al comprender por qué Dios quiere que practiquemos algo así, deberíamos sentirnos aun más interesados en obedecer Su Palabra, porque podemos hacerlo de manera inteligente y con propósito.

El apóstol nos muestra al principio del capítulo que en el cristianismo la cabeza del hombre es imagen de Cristo. Dice: «Quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo» (1 Co. 11:13). Luego muestra que por cuanto esto es así, los hermanos deben tener la cabeza descubierta cuando se están tratando temas divinos. Con ello, están reconociendo que toda la gloria pertenece a Cristo. Es un testimonio deliberado por parte de los hermanos, y refleja nuestro deseo de dar toda la gloria a Cristo, nuestra Cabeza viviente en el cielo. El apóstol escribe: «Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios» (1 Co. 11:7).
Este acto glorifica a Cristo, y debería llevarse a cabo con esto a la vista.

Por otra parte, en el cristianismo la mujer representa la gloria del hombre. Dice el apóstol: «la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Por tanto, la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles» (1 Co. 11:7-10). El cabello de la mujer es una señal de la gloria natural del primer hombre. Es su permanente velo de hermosura y de gloria (1 Co. 11:15). El apóstol Pablo enseña, por tanto, que el cabello de la mujer debería estar cubierto cuando se está tratando de cosas divinas, debido a lo que representa. Cuando las hermanas llevan una cubierta, están expresando el hecho de que no reconocemos que el primer hombre tenga puesto alguno en el cristianismo. Es una confesión de que el hombre y su gloria no tienen lugar en las cosas divinas. El apóstol añade: «por causa de los ángeles» (1 Co. 11:10).

Dios ha establecido un cierto orden en Su creación. Los cristianos, hombres y mujeres, no deben desatender este orden, sino que deben recordar que son un espectáculo dispuesto por Dios. Los ángeles están aprendiendo la sabiduría de Dios en Sus caminos entre los cristianos sobre la tierra (1 Co. 4:9; Ef. 3:10).

Estos actos en los que los hermanos se descubren la cabeza y las hermanas se la cubren son una exhibición de los principios involucrados en la confesión del cristianismo.

«¡Las cubiertas de la cabeza son
una antigua costumbre cultural que no
debe ser seguida en la actualidad!»

Se argumenta que esas instrucciones del apóstol Pablo eran válidas sólo para los corintios de aquel tiempo. Llevar una cubierta en la cabeza es generalmente explicado como una antigua costumbre cultural que no tiene ninguna aplicación para las mujeres en la actualidad.

De nuevo, esto es una mera suposición. Pablo nunca dijo que esto era sólo para aquel tiempo. Preguntamos: «Si esto fuese sólo para aquel tiempo, ¿a qué se debe que la iglesia ha observado esas instrucciones acerca de las cubiertas de la cabeza desde su nacimiento hasta hace unos cuarenta y cincuenta años? ¡Las ha observado durante más de 1900 años! ¿Acaso la iglesia ha estado en un error al actuar así durante todos estos años?» El Espíritu de Dios parece haber anticipado este tiempo en que vivimos, cuando habrían los que disputarían contra esas cosas. De modo que el apóstol Pablo fue llevado a escribir: «Con todo, si alguno es amigo de discusiones, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios» (1 Co. 11:16). El «nosotros» en este versículo se refiere a los apóstoles que fueron dados a la iglesia para echar el fundamento del cristianismo por medio de su ministerio. En este versículo está diciendo que si hay algunos que quieran argumentar en contra de esas cosas, que sepan que los apóstoles no tienen «tal costumbre» de que las mujeres aparezcan con las cabezas descubiertas cuando se están tratando temas divinos. En ningún momento entregaron ellos tal costumbre a las diversas iglesias locales de su época.

De nuevo recordamos al lector que lo que Pablo enseñó acerca de las cubiertas de la cabeza no es algo que fuese exclusivamente para los corintios, sino que es para «todos ... en cualquier lugar» (1 Co. 1:2).

¡Pero el cabello de la mujer es su cubierta!
Otro argumento comúnmente usado para desvirtuar el mandamiento de usar cubiertas para la cabeza es citar el versículo 15. Éste dice: «A la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.» De esto deducen que si una mujer tiene cabello largo (y algunas no lo tienen tanto), está cumpliendo esta Escritura, porque el cabello actúa como velo. Por ello, las mujeres no necesitan de cubierta para la cabeza.

Si contemplamos este pasaje con más cuidado, veríamos que se mencionan dos cubiertas en estos versículos. El Apóstol Pablo emplea a propósito dos palabras diferentes para indicarlo. Si no vemos esto, nos confundiremos sin remedio. La palabra que se usa en la lengua original para «cubrirse» en los versículos 4-6 es diferente de la usada en el versículo 15. La palabra en el versículo 15 (peribolaiou) indica el cabello caído alrededor de la cabeza. El lenguaje moderno lo llamaría un peinado o algo semejante. Por ello, el cabello de la mujer es un velo (o cubierta) de gloria y hermosura que la naturaleza le ha dado. Sin embargo, la palabra en los versículos 4-6 (katakalupo) indica una cubierta artificial para el cabello, como una mantilla, etc. En base de esto, queda bien claro que no hay base para la idea de que las mujeres no necesitan llevar cubiertas para la cabeza.

Algunos de los argumentos que la gente usa para poder hacer lo que bien les parezca son generalmente bien absurdos cuando se llevan a su conclusión lógica. Esta idea particular de que la cubierta de la mujer puede reducirse a su cabello es un ejemplo preciso de este caso. Si la cubierta a la que se hiciese referencia en los versículos 4-6 fuese el cabello, ¡entonces los hombres tienen también una cubierta, porque las mujeres no son las únicas en tener cabello! Si fuese así, ¿cómo podrían ellos orar y profetizar, por cuanto los hermanos no deben ministrar la Palabra de Dios con las cabezas cubiertas? (1 Co. 11:4, 16).

Además, si fuese cierto este concepto de que el cabello de la mujer es su cubierta, ¿por qué la iglesia ha necesitado tanto tiempo para descubrirlo? Durante más de 1900 años la iglesia ha aceptado la clara enseñanza de este capítulo, y las hermanas han llevado la cabeza cubierta. ¿Acaso la iglesia se ha equivocado universalmente acerca de la mente del Señor en esta cuestión a lo largo de todos los siglos?

Oprobio

El problema acerca de esta cuestión y acerca de muchas otras cuestiones que hemos tocado en este libro es que los cristianos no quieren sufrir el oprobio que conlleva la práctica del cristianismo bíblico. Por consiguiente, inventan toda clase de excusas acerca de por qué no quieren obedecer las claras declaraciones de la Palabra de Dios.

Los que atiendan a la exhortación de la Palabra: «Salgamos, pues, adonde él, fuera del campamento», se verán «llevando su vituperio» (He. 13:13). Debemos estar preparados para aceptar esto. Sin embargo, hay un gozo en el camino de hacer la voluntad de Dios que es conocido sólo por los que caminan en él. «El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado» (Sal. 40:8; Jer. 15:16).

Cuando contemplamos esta cuestión a la luz de lo que hemos visto en las Escrituras tocante a la decadencia del testimonio cristiano en los últimos días, se hace evidente que el rechazo a cubrirse la cabeza es sencillamente otro aspecto de la gran defección.




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viernes, 19 de noviembre de 2010

El Cubrimiento


El siguiente extracto pertenece al capítulo 4 del libro Consejos Sobre la Vida Cristiana, del hermano Watchman Nee, editado por Libros CLIE, Terrassa, Barcelona, 1990.

Puede leer el estudio completo desde aquí:
pabloodavid.byethost.com/autores/Libros/Sobre%20Cubrirse%20la%20Cabeza.pdf

SOBRE EL CUBRIRSE LA CABEZA

“Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué. Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero la mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. 10Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles. Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios. Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello. Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios” (1 Corintios 11:2-16).



El cubrirse la cabeza y el gobierno de Dios
La cuestión del cubrirse la cabeza pertenece al gobierno de Dios. Para aquellos que no conocen el gobierno de Dios, es imposible exhortarles a que se cubran la cabeza.
No van a poder entender cuánto hay implicado en esta cuestión. Pero los que han visto el gobierno de Dios revelado en Su Palabra, pueden apreciar la tremenda conexión que existe entre el cubrirse la cabeza y el gobierno de Dios. «2Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué. 3Pero
quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo» (1 Co. 11:2,3). Lo que hallamos aquí se refiere al gobierno de Dios.
La relación descrita aquí no es la del Padre al Hijo, sino la de Dios y Cristo. Para usar una expresión moderna, Cristo es el representante de Dios. La relación entre Padre e Hijo pertenece a la Divinidad, pero Cristo, enviado de Dios, se refiere a una disposición de Dios, al gobierno de Dios. «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Juan 17:3). Dios es Dios y Cristo es el enviado de Dios. Ésta es su relación en el gobierno de Dios. El Hijo,
originalmente, igual a Dios, fue enviado voluntariamente por Dios como el Cristo. Dios permaneció en Su altura como Dios, pero Cristo fue enviado a hacer Su obra. Éste es el primer orden de sucesos en el gobierno de Dios.
En el propósito de Dios, Cristo fue establecido para ser la cabeza de todo hombre; por tanto, todas las personas tienen que obedecerle. Él es el primero de toda la creación y sus primicias. Él es la cabeza de todo varón; todo hombre debe sometérsele. Éste es un principio básico bajo el gobierno de Dios. El que Dios sea la cabeza de todo hombre es algo que se refiere no al sistema de la gracia, sino al sistema de gobierno de Dios. De la misma manera el que el hombre sea la cabeza de la mujer pertenece
también al sistema de gobierno de Dios. Dios en Su gobierno establece al hombre como cabeza, de la misma manera que establece a Cristo como cabeza y también Él mismo como cabeza. Con ello queda completado el sistema.
Dios es, Él mismo, la cabeza; Él establece a Cristo como cabeza; y más adelante hace cabeza al hombre. Estos son los tres grandes principios de gobierno de Dios.
El que Dios sea la cabeza de Cristo no tiene nada que ver con la cuestión de quién es el mayor; más bien, es simplemente una disposición en el gobierno de Dios. De la misma manera bajo el gobierno de Dios, Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer. Estas son disposiciones de Dios; éstas son designaciones suyas.
Filipenses 2 es bien claro: El Señor Jesús en su esencia eterna es igual a Dios; pero, en el gobierno de Dios pasa a ser el Cristo, y como Cristo, Dios pasa a ser su cabeza.
Cristo mismo reconoce en el Evangelio de Juan que: «No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente» (5:19). «Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió» (6:38). «Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo» (8:26); y «nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo» (8:28). Hoy Cristo ha ocupado su lugar en el gobierno de Dios. Según el consejo de Dios, Él es Cristo y como Cristo necesita escuchar a Dios. Dios el Hijo no tiene necesidad de escuchar a Dios el Padre, porque Dios el Padre y Dios el Hijo son iguales en honor y gloria en la Divinidad. Pero, en el gobierno de Dios, Cristo
no se halla en el lugar de Dios el Hijo; sino que, su posición es la de Cristo, el Enviado de Dios.
Algún día todo el mundo conocerá que Cristo es la cabeza de todos los hombres, porque ésta es la decisión del gobierno de Dios. Hoy esto lo conoce sólo la Iglesia; el mundo no tiene conocimiento de ello. Pero vendrá un día en que todos en el mundo comprenderán que Cristo es la cabeza. Él tendrá la preeminencia en toda la creación.
Él es el primogénito de toda la creación y sus primicias. Todos deben someterse a la autoridad de Cristo. De la misma manera, la designación por Dios del hombre como cabeza de la mujer, hoy es conocida sólo en la iglesia. ¿Entiendes lo que esto significa? Hoy sólo la iglesia reconoce que Cristo es la cabeza del hombre y que el hombre es
la cabeza de la mujer.
Hemos visto ya cómo la gracia nunca se sobrepone al gobierno de Dios. Confío que nuestra lección se hará más clara cuando nos demos cuenta que la gracia es para apoyar el gobierno de Dios, no para derrocarlo. ¿Cómo puede ser nadie tan necio para intentar hacer uso de la gracia de modo que interfiera con el gobierno de Dios? El gobierno de Dios es inviolable; su mano siempre lo sostiene. Nadie, por el hecho que haya creído en el Señor, puede derribar la autoridad del Padre, o aun socavar la autoridad de algún gobierno. No hemos de decir que por el hecho de ser cristianos no tenemos que pagar impuestos. ¡No, en modo alguno! Cuánto más buenos cristianos somos, más tenemos que sostener el gobierno de Dios.
Hoy estamos aquí para sostener el testimonio de Dios en el mundo. Dios nos ha mostrado que hay tres diferentes clases de cabezas: Dios es la cabeza, Cristo es la cabeza,y el hombre es la cabeza. Esto no tiene nada que ver con el ser hermanos y hermanas; es básicamente una cuestión de disposición de gobierno. La gracia se refiere a hermanos y hermanas, pero el gobierno es distinto. Dios ha querido en Su soberanía que la cabeza de Cristo sea Él mismo, de modo que Cristo ha de obedecer; la cabeza del
hombre es Cristo, de modo que el hombre ha de obedecer; y la cabeza de la mujer es el hombre, de modo que la mujer debe mostrar el signo de obediencia sobre su cabeza.

El significado del cubrirse la cabeza
«4Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta a su cabeza. 5Pero la mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta a su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiera rapado» (1 Corintios 11:4,5).
En ese caso la mujer se hace enteramente igual a la que se ha rapado. El significado del cubrirse la cabeza es: me someto al gobierno de Dios; acepto la posición asignada por Dios; no me atrevo a anular Su gobierno por la gracia que he recibido; no me atrevo incluso a pensar sobre ello; al contrario, acepto el gobierno de Dios. Como Cristo
acepta a Dios como Su cabeza, así todo hombre debe aceptar a Cristo como su cabeza. De la misma manera, la mujer debería aceptar al hombre como su cabeza representativa. Al cubrirse la cabeza, la mujer significa que ella no es la cabeza, porque la lleva cubierta.
Recordemos que aunque en la práctica es sólo la mujer la que lleva la cabeza cubierta, con todo, en realidad, Cristo tiene la cabeza cubierta delante de Dios y todo hombre tiene la cabeza cubierta delante de Cristo. ¿Por qué, pues, sólo requiere Dios que sea la mujer la que tenga la costumbre de cubrirse la cabeza? Esto verdaderamente es sorprendente, porque implica un principio muy profundo.
Con frecuencia considero que es imposible hablar con algunos hermanos y hermanas sobre el cubrirse la cabeza, porque no tienen conocimiento del gobierno de Dios.

Antes de que uno pueda entender el cubrirse la cabeza, primero tiene que conocer el gobierno de Dios. Toda la cuestión queda resuelta en el punto en que se ve que Cristo tiene la cabeza cubierta delante de Dios. ¡Cuánto más debería yo cubrirme la cabeza delante de Él! Debo cubrirme la cabeza de modo que ya no se vea, o esté expuesta, porque Dios es mi cabeza. En realidad, toda cabeza debe estar cubierta delante de Dios. Como Cristo es mi cabeza, no puedo tener mi propia cabeza a la vista o expuesta.
Aquí quisiera decir a las mujeres cristianas que Dios ha designado al hombre como cabeza de la mujer. En estos días en que la autoridad de Dios es desconocida en el mundo, el Señor exige el cumplimiento de esta orden sólo en la iglesia. Por tanto, afecta al mismo hecho de nuestro ser cristianos. Dios nos requiere en la Iglesia que aceptemos lo que Él ha designado en Su gobierno.


La responsabilidad de las hermanas


Cuando una hermana cubre su cabeza, está delante de Dios en la base de la posición de Cristo delante de Dios y del hombre delante de Cristo. Dios quiere que la mujer cubra su cabeza en orden a manifestar Su gobierno en la tierra. Este privilegio cae sólo sobre la mujer. Ella no se cubre la cabeza meramente por sí misma; lo hace de modo representativo. Por sí misma, porque es una mujer; representativamente, porque ella representa al hombre delante de Cristo, y Cristo delante de Dios. Así cuando la mujer
cubre su cabeza delante de Dios, es exactamente como si Cristo cubriera Su cabeza delante de Dios. De la misma manera, cuando la mujer cubre su cabeza delante del hombre, es lo mismo como si el hombre cubriera su cabeza delante de Cristo. El hombre o la mujer no son la cabeza puesto que Cristo es la cabeza. Si una cabeza no está cubierta resultará que hay dos cabezas. Delante de Dios y Cristo, una cabeza tiene que estar cubierta; así tiene que ser también entre el hombre y la mujer y entre Cristo y cada
hombre. Si una cabeza no está cubierta, el resultado será que habrá dos cabezas, y el gobierno de Dios no permite dos cabezas. Si Dios es la cabeza, entonces no lo es Cristo; si Cristo es la cabeza, entonces no lo es el hombre; si el hombre es la cabeza, no lo es la mujer.
Dios llama a las hermanas a que exhiban esta disposición y orden. Es por medio de las hermanas que el sistema de gobierno de Dios ha de ser desplegado. Son las hermanas las responsables de tener el signo de obediencia sobre sus cabezas. Dios de modo específico requiere que las mujeres tengan la cabeza cubierta cuando oran. ¿Por qué? Porque deben reconocer el gobierno de Dios cuando se presentan delante de Él. Al presentarse delante de Dios para orar o delante del pueblo para
profetizar por Dios, tanto si oran como si profetizan, tanto en lo que va a Dios como en lo que viene de Dios, en cualquier relación con Dios, se exige que la cabeza esté cubierta. El propósito es manifestar el gobierno de Dios.
Los hombres no tienen que cubrirse la cabeza. Es una vergüenza para su cabeza si el hombre la cubre delante de la mujer, porque el hombre representa a Cristo.

Cómo hay que cubrir la cabeza
«Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra» (1 Corintios 11:6).
En otras palabras, Dios dice a las hermanas que sean consecuentes. Ninguna mujer puede conservar el cabello y no tener la cabeza cubierta. Si no la tiene cubierta debería raparse el cabello. Si ella se siente avergonzada de raparse el cabello, entonces tiene que cubrírselo. Todo tiene que ser hecho de modo completo, no a medias.
«Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón» (v.7). Como el hombre representa la imagen y gloria de Dios, no debe cubrirse la cabeza. Pero, la mujer es la gloria del hombre, por lo que debe cubrirse la cabeza. Si una mujer no se cubre la cabeza, no puede demostrar que el hombre es la cabeza. «8Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, 9y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón» (vv. 8,9). Estos dos versículos dejan bien claro que la materia de consideración delante de nosotros se refiere al gobierno.
«Porque el hombre no procede de la mujer»; ésta es la manera de obrar de Dios. En la creación de Dios, el hombre no vino de la mujer, sino que la mujer vino de la costilla que le fue sacada al hombre. De donde, la cabeza fue Adán, no Eva. Además, «ni el hombre fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón».
Tal como Dios ordenó la creación, la mujer debe estar en sumisión al hombre.
«Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles» (v. 10). La Biblia no especifica lo que hay que usar para cubrir la cabeza; sólo dice que la cabeza, en que crece el cabello, debe ser cubierta. ¿Por qué debe ser cubierta? A causa de los ángeles.

A veces me he quedado asombrado de esta maravillosa enseñanza de que las hermanas deben llevar la cabeza cubierta como señal de autoridad por causa de los ángeles.
Conocemos la historia trágica de cómo pecaron algunos ángeles. Satanás se rebeló contra Dios; porque deseaba hacerse igual a Dios. En otras palabras, el ángel Lucifer intentó exponer su propia cabeza delante de Dios y rehusó someterse a Su autoridad. En Isaías 14, Satanás reitera constantemente: "Subiré", "levantaré", "me sentaré", "seré".
«13Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; 14sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo» (vv. 13-14).

En este mismo pasaje vemos que un arcángel cae para pasar a ser Satanás. Apocalipsis12, además, nos muestra que cuando Satanás cayó, con él cayó un tercio de las huestes angélicas (Apocalipsis 12:4). ¿Por qué cayeron los ángeles? Porque no se sujetaron a la autoridad de Dios, la cabeza, sino que intentaron tener expuestas sus propias cabezas.

Hoy la mujer tiene un signo de autoridad sobre su cabeza a causa de los ángeles, esto es, como testimonio a los ángeles. Sólo las hermanas en la iglesia pueden dar este testimonio, porque las mujeres del mundo no saben nada de ello. Hoy, cuando las hermanas tienen el signo de autoridad sobre sus cabezas, dan testimonio de que: "He cubierto mi cabeza, porque yo no procuro ser la cabeza. Mi cabeza está velada y acepto al hombre como la cabeza, y el aceptar al hombre significa que acepto a Cristo como
cabeza, y a Dios como cabeza. Pero algunos de vosotros, ángeles, os habéis rebelado contra Dios". Esto es lo que significa «por causa de los ángeles».
“Tengo en mi cabeza un signo de autoridad; soy una mujer con la cabeza cubierta”. Esto es un testimonio excelente, a los ángeles, a los caídos y a los no caídos. No es de extrañar que Satanás se oponga de modo persistente a la idea de cubrirse la cabeza. En realidad le avergüenza. Nosotros hacemos lo que él ha fallado en hacer. Lo que Dios no recibió de los ángeles, lo tiene ahora de la Iglesia. Debido a que los ángeles no se sometieron a la autoridad de Dios y de Su Cristo, el mundo está sometido a gran confusión. La caída de Satanás ha causado más turbación que la caída del hombre. Pero, gracias a Dios, lo que no ha obtenido de los ángeles caídos, lo ha obtenido de la Iglesia.
Cuando muchas de las mujeres hermanas en la iglesia ocupan el lugar que ha sido dado a las mujeres y aprenden a cubrir su cabeza, envían una palabra no hablada de testimonio a los ángeles en el aire, al efecto de que Dios ha obtenido de la Iglesia lo que desea. Debido a esto, la mujer debe llevar sobre la cabeza un signo de autoridad, como testimonio a los ángeles.

Los extremos

La gente, sin embargo, puede ir a extremos, pensando que como el hombre es la cabeza y la mujer ha de obedecer la autoridad del hombre, la mujer debe adoptar una actitud de sumisión ciega. Es una tendencia humana el ir a los extremos, o bien no dar un paso, o ir al extremo opuesto, correr demasiado. Por ello Pablo nos advierte con
un «sin embargo», porque las cosas no son tan simples. Realmente, este es el testimonio externo, pero ¿qué diremos del hecho interno? «11Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón». ¿Por qué es así? «12Porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios» (vv.
11-12).
En el huerto del Edén, la mujer fue sacada del hombre. Pero, después del huerto de Edén, el hombre necesita salir de la mujer. Ningún hombre nace sin una mujer. En realidad, el hombre no puede pasarse sin la mujer, como la mujer no puede pasarse sin el hombre. Ni uno ni otro pueden decir que son algo especial, porque todas las cosas
son de Dios. Así que la orden de cubrir la cabeza no significa nada más que llevar un signo de autoridad sobre la cabeza. Como todas las cosas son de Dios, no hay lugar ni para jactancia ni para desprecio.
«Juzgad entre vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?» (v. 13). Pablo dirige esta pregunta especialmente a las hermanas.
Después de saber que en el gobierno de Dios la cabeza de Cristo es Dios, la cabeza de todo hombre es Cristo, la cabeza de la mujer es el hombre, y que Dios ha designado a la mujer para representar a todo hombre y también representar a Cristo delante de Dios -después de saber todo esto-, ¿es propio que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta?


«La naturaleza misma, ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?» (v. 14). Pablo aquí usa el sentimiento de la Iglesia para juzgar este asunto.
«Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello» (vv. 15). Las mujeres de todo el mundo atesoran su cabello como su gloria. Les gusta conservar el cabello. No he visto jamás a una mujer que tire el cabello propio a la basura. El cabello es demasiado precioso. Parece que Dios le da el cabello largo a la mujer para cubrirse. Pablo explica que como Dios dio el cabello largo a la mujer para cubrirse, la mujer debería añadir otra cobertura a esta natural. La mujer debe voluntariamente ponerse otra cobertura sobre la cabeza. Esto se ve claro si se leen los versículos 15 y 6 juntos: «15Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello. 6Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra». Dios ha cubierto la cabeza de la mujer de cabello, por lo cual, la que acepta la autoridad de Dios debería usar algo
para cubrirse el cabello. De otra manera debería raparse el cabello que Dios le ha dado. En otras palabras, si aceptas la cobertura de Dios, debes añadir otra por tu cuenta.
Si rechazas la de Dios, debes quitarte la que Dios te ha dado. La Biblia indica que el cabello largo en sí es insuficiente; hay que añadir otra cobertura.
Hoy la gente no tiene en cuenta ninguna de estas dos órdenes de la Biblia. Si una hermana no quiere cubrirse el cabello, sino que se rapa, puede considerarse que está haciendo caso de la palabra de la Biblia. Pero la mujer, hoy ni se rapa ni se cubre el cabello; una doble desobediencia.

¿Qué debe hacer la que es obediente?

Como Dios ha cubierto mi cabeza, yo también la cubro. Dios me cubre con el cabello natural, yo la cubro con un signo. Las que conocen a Dios deben añadir este signo al signo de Dios.

Con respecto al «amigo de discusiones»
«Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso (amigo de discusiones), nosotros no tenemos tal costumbre, ni en las iglesias de Dios» (v.16). Creo que Pablo habla completamente en serio. Conocía muy bien a aquellos corintios, y hay mucha gente así, no sólo en el Corinto de entonces, sino en cualquier lugar del mundo.
Si alguno es «amigo de discusiones», es decir, si es contencioso, ¿sobre qué es esta persona contenciosa? ¿Cuál es el problema que se discute desde los versículos 1 al 15, porque el versículo 16 se refiere al tópico de los mismos, sin duda? Aquí, Pablo, está simplemente indicando que es equivocado el discutir sobre lo que él ya ha establecido
en los versículos 1-15.
«Si alguno parece contencioso». Hay muchos a los cuales les gusta discutir sobre lo que es necesario que la mujer se cubra la cabeza. Dicen que el que Dios sea la cabeza de Cristo; Cristo, la cabeza de todo hombre; y el hombre, la cabeza de la mujer, son cosas que afectan a los Corintios, no al universo. Pero, gracias a Dios, que el ser cristiano es una cuestión de alcance universal, no de un corintio. Gracias a Dios, el que Dios sea la cabeza de Cristo es también una cuestión universal, no de un corintio. Y yo también, por lo menos, de entre los siervos de Dios, soy de la misma opinión: el ser la cabeza de la mujer es una cuestión universal, no simplemente la cosa de un corintio.

«Si algún hombre parece contencioso». Algunos parece que se imaginan que las hermanas no necesitan llevar la cabeza cubierta. Resisten a la palabra de Pablo y se oponen a lo que han recibido del Señor y les ha sido entregado. ¿Qué es lo que contesta Pablo? «Nosotros no tenemos esta costumbre». Este «nosotros» señala a Pablo y a los apóstoles. No hay esta costumbre entre los apóstoles, que las hermanas no se cubran. Esto es una cuestión sobre la que no hay que discutir. Si alguno desea todavía discutir, la respuesta es: «ni las iglesias de Dios». Está pues más allá de toda discusión.
Pablo nos muestra lo que las iglesias de Dios habían decidido hacer. Según la costumbre de aquel tiempo, cuando los judíos entraban en la sinagoga se cubrían la cabeza.
Tanto los hombres como las mujeres se cubrían la cabeza. Ambos usaban un velo llamado «tallit» para cubrirse la cabeza cuando entraban en la sinagoga. De otro modo no podían entrar. Los griegos de aquel tiempo, sin embargo, tenían costumbres diferentes (y Corinto, de paso, era una ciudad griega). Ni los hombres ni las mujeres se cubrían la cabeza cuando entraban en los templos. No había ninguna nación o raza gentil en los días de Pablo que requiriera que la mujer llevaran velo y el hombre no lo llevara.
Tanto la mujer como el hombre iban con velo, en el caso de los judíos, pero ni uno ni otro, en el caso de los gentiles. Sólo entre los cristianos los hombres llevaban la cabeza descubierta y las mujeres cubierta.
Así que, el que el hombre la llevara descubierta y la mujer cubierta era una orden que sólo los apóstoles cristianos habían dado. Es una práctica que sólo mantienen las iglesias de Dios; porque es diferente tanto de las costumbres judías como las de los gentiles. Es algo nuevo y es de Dios.
Todos los apóstoles creían que la mujer debía llevar la cabeza cubierta. Si alguno hoy profesa ser un apóstol, y con todo no cree que las mujeres hayan de llevar la cabeza cubierta, el tal no puede ser contado como uno de los apóstoles. Debe ser considerado un extraño. No hay la práctica entre los apóstoles de no creer esto. Si una iglesia no lo cree, la respuesta de Pablo es: «No tenemos esta costumbre, nosotros ni las iglesias de Dios». Ninguna de las iglesias locales que los apóstoles habían visitado, tenía la costumbre de discutir sobre el hecho que las mujeres se cubrieran la cabeza. De modo que la respuesta al que discute, es que no hay la práctica de discutir sobre ello. En los versículos 1-15, Pablo está dispuesto a razonar, pero, después, ya no razona más. Si alguno parece ser contencioso, Pablo dice que ningún apóstol aprueba la opinión del tal.
Si alguno quiere discutir, ninguna iglesia estará de acuerdo con su modo de ver. El tal está fuera de la comunidad de las iglesias así como de la de los apóstoles. Por tanto, que nuestras hermanas se cubran la cabeza en la iglesia cuando oran o profetizan. ¿Por qué? Para manifestar que en la Iglesia Dios ha obtenido aquello que le ha negado el mundo, el universo y algunos de los ángeles.

El principio de representación


Nosotros los cristianos vivimos bajo dos principios diferentes: el personal y el representativo. No vivimos solo personalmente, sino también representativamente delante de Dios. Si yo no me equivoco,en el futuro seremos juzgados tanto por causa de nosotros como por nuestra capacidad de representación.

1. Ilustrado por los amos
Por ejemplo, aquí tenemos a un amo bajo el cual hay varios siervos. Este amo es un hermano en el Señor; con todo trata a sus siervos de modo injusto, no razonable y áspero. En el futuro será juzgado por Dios por su injusticia, falta de ser razonable y por su dureza. Pero, además recibirá un juicio añadido, porque no sólo tiene nuestro hermano una relación con sus siervos, sino también representa a nuestro Señor como amo delante de Dios. Cada vez que actúa como amo, representa al Señor. La forma en que trata a sus siervos refleja la forma en que el Señor trataría a los suyos. Por tanto, si peca, en representación así como en su conducta personal, será juzgado por sus propios
pecados y también por el pecado de representar falsamente al Señor.
2. Ilustrado por los siervos
Supongamos que soy un siervo cristiano en vez de un amo. Si robo, estoy holgazaneando, miento, engaño y no cumplo con mi deber, voy a ser juzgado por estos pecados.
Pero, mi juicio no termina aquí, porque como siervo represento a todos los siervos que sirven al Señor que está en el cielo. Si sólo fuera cuestión de servicio delante de los hombres, podría engañar, hurtar, y haraganear. Con todo, siempre que la Biblia habla de ser un siervo, se nos recuerda que tenemos a un Señor en el cielo. Así que no soy
simplemente un siervo; estoy representando a todos los siervos. Soy un siervo tanto como persona como en calidad de representante.
3. Ilustrado por Moisés
Moisés montó en colera frente al pueblo de Israel en Meriba, porque tentó a Dios. Golpeó la roca dos veces con la vara. Inmediatamente Dios le reprendió. Si en este acceso de cólera, Moisés hubiera faltado sólo como individuo, aunque era el líder del pueblo, podía ser perdonado. ¿No había ocurrido antes que, cuando él vio al pueblo de
Israel adorando al becerro de oro en la llanura, mostró una indignación aún mayor haciendo pedazos las dos tablas de la ley inscritas personalmente por la mano de Dios?
Pero, Dios no le reprendió, porque en esta ocasión su ira representaba la ira de Dios; así que era justa. Pero, esta vez, cuando golpeó la roca dos veces, ¿qué dijo Dios? Dios dijo: «Por cuanto no creisteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado» (Números
20:12]. En otras palabras, Moisés representó mal a Dios. El pueblo de Israel pensó que Dios estaba enojado, cuando de hecho no era así.

La posición personal y la representativa

Así vemos que el pecado personal y el representativo son dos cosas diferentes. Al leer 1 Corintios 11:3, cada hermana, cada mujer (aunque no puedes hallar una mujer así en el mundo) debe entender que no está en su posición personal solamente, sino en una posición representativa también. Dios es la cabeza de Cristo, Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer. Por esta razón, la mujer debería llevar la cabeza cubierta.
Al llevar la cabeza velada cuando ora o profetiza, la hermana proclama delante de Dios que nadie en todo el mundo debe exponer su cabeza delante de Cristo. En realidad, nadie ha de exponer su cabeza delante de Dios ni debe tener su propia opinión o idea delante de Dios. En la presencia de Cristo, todas las cabezas deben estar cubiertas, todas nuestras opiniones y juicios deben ser denegados. Confesemos al Señor:
"Tú eres mi cabeza". Como hermana, tu cabeza está cubierta porque estás en una posición representativa. En realidad, representas a todo el universo. Declaras al mundo lo que todos deben hacer delante de Cristo.
La cabeza cubierta en sí misma es una cosa muy pequeña, pero constituye un gran testimonio.

Princípios para una Cosmovision Bíblica-John MacArthur, Jr.

“Hermanos, no se maravillen si el mundo los odia”. (1Juan 3:13)

Introduccion

El Movimiento de Jesus de 1960 y 1970, la señal One way [Mano única] — el dedo indicador levantado — se tomó un ícono popular. Pegatinas de para-choques y alfileres de solapa que decían: One way eran encontrados en todas parte y el eslogan se tomó las palabras identificadoras de los evangélicos.
El movimiento evangélico aquellos días era extremadamente diversificado (De cierta forma era aún más ecléctico de lo que es actualmente). incluía todo desde el Pueblo de Jesus, que era parte integral de la cultura joven de aquella época, a los fundamentalistas de la derecha, que despreciaban todo lo que fuera contemporáneo. Pero, todos tenían por lo menos una cosa importante en común: Ellos sabían que Jesucristo es el único camino para el cielo. La One way parecía una creencia inavalable de todos los evangélicos.
Ese ya no es más el caso. El movimiento evangélico de la actualidad ya no está unido en torno a ese punto. Algunos que se denominan evangélicos andan insistiendo abiertamente que la fe sólo en Jesus no es el único camino para el cielo. Ellos ahora están engreídos que los pueblos de todas las creencias estarán en el cielo. Otros simplemente están acobardados en afirmar la exclusividad del evangelio en una época en que el exclusivismo, pluralismo y tolerancia son tenidos por el mundo secular como virtudes supremas. Ellos piensan que sería un tremendo error cultural declarar que el Cristianismo es la única verdad y que todas las otras creencias son erradas. Aparentemente el mayor miedo que el movimiento evangélico tiene hoy día es de ser visto como posicionado en desarmonia con el mundo.
Porque se dio esa dramática mudanza?
Por que el movimento evangélico abandono aquello que otros aceptaban como verdades? Yo creo que es porque, en su búsqueda desesperada por el relevante y actual (en la moda), los líderes de la iglesia en la verdad no consiguieron ver para donde se encamina el mundo contemporáneo y por que. Nosotros ya no estamos viviendo en el mundo moderno. Este es el mundo post-moderno. Y el postmodernismo es tan hostil a la verdad del Cristianismo cuanto lo fue el modernismo — tal vez más aún. Las cuestiones filosóficas son diferentes, pero la hostilidad del mundo para con la verdad de las Escrituras no disminuyó ni un poco.
Este no es el momento de hacerse amistad con el mundo. Y ciertamente no es tiempo de capitular a los gritos del mundo por pluralismo y inc1usivismo. a menos que recuperemos nuestra conviccion de que Cristo es el único camino para el cielo, el movimiento evangélico se hará cada vez más débil e irrelevante.
Es irónico que tantos que están demoliendo la exclusividad de Cristo, así hacen porque creen que eso es una barrera a la "relevancia". En la verdad, el Cristianismo no es relevante de modo alguno si él fuera sólo uno de los muchos caminos para Dios. La relevancia del evangelio ha sido siempre su exclusividad absoluta, sumariada en la verdad que sólo Cristo hizo la expiación por el pecado y, por lo tanto, sólo Cristo puede hacer la reconciliación con Dios de aquellos que creen solamente en él.
La iglesia primitiva predicó a Cristo crucificado, sabiendo que el mensaje era una piedra de tropiezo para los judíos religiosos y locura para los griegos filósofos (1Co 1.23). Nosotros necesitamos recuperar esa osadía apostólica. Nosotros necesitamos recordar que los pecadores no son ganancias a través de relaciones públicas bien engendradas, pero el evangelio — un mensaje inherentemente exclusivo — es el poder de Dios para la salvación. Justamente esta estrechez coloca el Cristianismo a parte de cualquiera otra cosmovision. A fin de cuentas, el punto céntrico del sermón mejor conocido de Jesus fue declarar que el camino para la destrucción es ancha, mientras que el camino de la vida es tan estrecha que pocos a encuentran (Mt 7.14). Nuestra obligación como embajadores de Dios es justamente apuntar la carretera tan estrecha. Cristo es, aún, el único camino para Dios, y obscurecer el hecho es, en la realidad, negar Cristo y desacreditar el evangelio en sí.
Debemos resistir a la tendencia de que seamos absorbidos en las modas y modismos del pensamiento humano. Nosotros necesitamos enfatizar, no disminuir, lo que hace el Cristianismo único. Y para hacer eso de modo eficaz nosotros necesitamos tener una mejor comprensión de como el pensamiento del mundo está amenazando la sana doctrina en la iglesia. Debemos ser capaces de apuntar exactamente donde la carretera estrecha se aleja de la carretera ancha. Es para esta finalidad que yo ofrezco este pequeño volumen. Es sólo una breve reseña, pero mi oración es que él ayude a establecer la verdad del evangelio en contraste claro para con la sabiduría de este mundo. "Nadie se engañe a sí aún: si alguien de entre vosotros se tiene por sabio este siglo, se haga estulto para hacerse sabio”. Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios; por cuanto está escrito:
"Él atrapa los sabios en la propia astucia de ellos" (1Corintios 3.18,19). Le respondió Jesus: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. (Juan 14.6)

Capítulo 1 – La Iglesia vs el Mundo

hermanos, no se maravillen si el mundo los odia. (1Juan 3.13)
¿Porque los evangélicos intentan tan desesperadamente cortejar el favor del mundo? Las iglesias planean sus cultos de adoración para servir a los "sin-iglesia". Los productores cristianos imitan al artista del momento en términos de música y entretenimiento. Los predicadores se sienten aterrados de que la ofensa del evangelio pueda hacer alguien volverse contra ellos; entonces deliberadamente omiten partes del mensaje que el mundo puede no agradarse. El movimiento evangélico parece haber sido sabotado por legiones de falsos especialistas mundanos que están empeñados en intentar hacer lo mejor que pueden para convencer el mundo de que la iglesia puede ser tan inclusiva, pluralista y de mente abierta cuanto de más políticamente correcta.
La búsqueda por la aprobación del mundo es nada más, nada menos que adulterio espiritual. En la verdad, es decir precisamente la imagen que el apóstol santiago usó para describirla. Él escribió, "Infieles [NKN: "adúlteros y adúlteras"], no comprendéis que la amistad del mundo es enemiga de Dios? Aquel, pues, que quisiera ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios" (santiago 4.4). Existe y siempre existió una incompatibilidad fundamental, irreconcilible entre la iglesia y el mundo. El pensamiento cristiano es totalmente desarmônico con todas las filosofías de la Historia. La fe genuina en Cristo implica en una negación de todo valor mundano. La verdad bíblica contradice todas las religiones del mundo.

El propio Cristianismo es, por lo tanto, virtualmente contrario a todo lo que este mundo admira. Jesus dijo a sus discípulos, "Si el mundo os odia, sabed que primero me odió a mí. Si vosotros fueses del mundo, el mundo amaría lo que era suyo; sin embargo, no sois del mundo, por el contrario, de él escogeos, por eso, el mundo os odia" (Juan 15.18,19). Observe que nuestro Señor consideró como correcto que el mundo despreciaría la iglesia. Lejos de enseñar a sus discípulos la que intentas sin ganar el favor del mundo, reinventando el evangelio para adecuarse a las sus preferencias, Jesus expresamente advirtió que la búsqueda por las aclamaciones mundanas es una característica de los falsos profetas: "Ay de vosotros, cuando todos que os hablen bien de vosotros' Porque así procedieron sus padres con los falsos profetas" (Lc 626).
Él fue más lejos, "No puede el mundo odiaros, pero a mí me odia, porque yo doy testimonio de que sus obras son malas" (Juan 7.7). En otras palabras, el desprecio del mundo por el Cristianismo deriva de motivos morales, no intelectuales: "El juicio es este: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas. Pues todo aquel que practica el mal aborrece la luz y no se llega para la luz, a fin de que no fueran argüidas sus obras" (Juan 3.19,20). Es por esta razón que, no importa cuan dramáticamente la opinión del mundo pueda venir a variar, la verdad cristiana no será jamás popular al mundo.
Pero, virtualmente en toda época de la historia de la iglesia, ha habido gente en la iglesia que está convencida de que la mejor manera de ganar el mundo es satisfacer sus gustos. Tal tipo de abordaje tiene siempre sido en detenimiento del mensaje del evangelio. Las únicas veces que iglesia causó impacto significativo sobre el mundo fue cuando el pueblo de Dios permanecio firme, se rechazó a pactar y osadamente proclamó la verdad a pesar de la hostilidades del mundo. Cuando los cristianos se desveían de la tarea de confrontar los engaños del mundo con las impopulares verdades bíblicas, la iglesia invariablemente pierde su influencia e impotente si se mezcla com el mundo. Tanto las Escrituras cuanto la Historia atestiguan ese hecho. Y el mensaje cristiano simplemente no puede ser torcida para conformarse con la inestabilidad de la opinión del mundo. La verdad bíblica es fija y constante, no sujeta el cambio o adaptación.
La opinión del mundo, por otro lado, está siempre en flujo constante. Los varios modismos y filosofías cambian radicalmente y regularmente de generación en generación. La única cosa que permanece constante en el mundo es su odio por Cristo y su evangelio. A lo que todo indica, el mundo no abrazará por mucho tiempo cualquiera de las ideologías que están actualmente en boga. Si la Historia sirve como indicador, cuando nuestros nietos se vuelvan adultos la opinión del mundo habrá sido dominada por un sistema completamente nuevo de creencias y un conjunto de valores totalmente diferente. La generación de mañana renunciará a todas los modismos y filosofías de hoy, pero una cosa permanecerá inmutable: hasta que el Señor mismo vuelva, sea cual que sea la ideología que gane popularidad en el mundo, ella será tan hostil a las verdades bíblicas cuando lo fueron todas las precedentes.

MODERNISMO

Piense en lo que aconteció el siglo pasado, por ejemplo. Cien años atrás la iglesia estaba amenazada por el modernismo. Modernismo era urna cosmovision basada en la noción de que solamente la ciencia podía explicar la realidad. El modernista, con efecto, comenzó con la presuposición de que nada sobrenatural es real. Debería haber quedado instantáneamente obvio que el modernismo y el Cristianismo eran incompatibles en el nivel más básico. Si nada sobrenatural era real, entonces grande parte de la Biblia sería falsa y sin autoridad; la encarnación de Cristo sería un mito (anulando la autoridad de Cristo también); y todos los elementos sobrenaturales del Cristianismo, incluyendo el propio Dios, tendrían que ser totalmente redefinidos en términos naturalistas. El modernismo fue anticristiano hasta su médula.
No obstante, la iglesia visible en el comienzo del siglo 20 se quedó llena de gente que estaba convencida de que modernismo y Cristianismo podian y debían ser conciliados. Ellos insistían que si la iglesia no acompañara el paso con de los tiempos, abrazando el modernismo, el Cristianismo no sobreviviría al siglo 20. La iglesia se haría paulatinamente irrelevante para el pueblo moderno, ellos decían, e inmediatamente desaparecería. Así siendo, ellos inventaron un "evangelio social" desprovisto del verdadero evangelio de la salvación. Naturalmente, el Cristianismo bíblico sobrevivió el siglo 20 muy bien, obligado. En los lugares donde los cristianos permanecieron comprometidos con la verdad y autoridad de las Escrituras, la iglesia floreció, pero, irónicamente, aquellas iglesias y denominaciones que abrazaron el modernismo fueron las que se hicieron poco a poco irrelevantes y desaparecieron antes del fin del siglo. Muchos edificios de piedra, grandiosos, pero casi vacíos, dan testimonio de la fatalidad de la conformación con el modernismo.

POSMODERNISMO

El modernismo es ahora considerado como un modo de pensar del pasado. La cosmovision dominante tanto en el círculo secular cuanto en el académico actualmente es llamada de post-modernismo. Los post-modernistas han repudiado la confianza absoluta de los modernistas en la ciencia como único camino para la verdad. En la realidad los post-modernistas perdieron completamente el interés por la "verdad", insistiendo que no existe tal cosa como verdad absoluta o universal. El modernismo era de hecho tonteria y precisaba ser abandonado, pero el post-modernismo es un paso trágico en la dirección errada. Al contrario del modernismo, que estaba aún preocupado con la posibilidad de convicciones básicas, creencias y que ideologías sean objetivamente verdaderas o falsas, el post-modernismo simplemente niega que cualquier verdad pueda ser objetivamente conocida.
Para el post-modernista la realidad es lo que el individuo imagina que sea. Eso significa que lo que es "verdadero" es determinado subjetivamente por cada uno, y no existe tal cosa como la llamada verdad objetiva, con autoridad que gobierna o se aplica universalmente a toda humanidad. El post-modernista cree natural¬mente que no tiene sentido debatir si la opinión A es superior a la opinión B. A finales de cuentas, si la realidad es meramente una invención de la mente humana la perspectiva de verdad de una persona es finalmente tan buena cuanto a de otra. Tiendo desistido de conocer la verdad objetiva, el post-modernista se ocupa en lugar de eso, con la búsqueda para "entender" el punto de vista de la otra persona. Entonces las palabras "verdad" y "comprensión" toman significados radicalmente nuevos. Irónicamente, "comprensión" requiere que primero de todo desacreditemos en la posibilidad de conocer cualquier verdad finalmente. Y "cierto" se hace nada más que una opinión personal, generalmente mejor guardada para sí aún.
Esa es una exigencia esencial, no niego que el post-modernismo le hace a todo el mundo: nosotros no debemos pensar que conocemos cualquier verdad objetiva. Los postmodernistas frecuentemente sugieren que toda opinión debería recibir igual respeto. Y, por lo tanto, en una visión superficial, el post-modernismo parece movido por una preocupación por la mente abierta para llegarse a la armonía y tolerancia. Todo suena muy caritativo y altruista, pero lo que realmente el fondo de el sistema de creencias post-modernistas es una intolerancia total por toda cosmovision que haga alegaciones de cualquier verdad universal particularmente el Cristianismo bíblico. En otras palabras, el post-modernismo comienza con una presuposicion que es irreconciliável con la verdad objetiva, divinamente revelada en las Escrituras. De la misma forma que el modernismo, el post-modernismo es fundamental y diametralmente opuesto al evangelio de Jesus Cristo.

POSMODERNISMO Y LA IGLESIA

No obstante, la iglesia actualmente está llena de gente que aboga ideas post-modernistas. Algunos de ellos hacen eso consciente y deliberadamente, pero la mayoría lo hace sin que quiera (Habiendo embebido demasiado del espíritu de los tiempos, ellos están simplemente regurgitando opiniones del mundo). El movimiento evangélico como uno todo, aún recuperándose de su larga batalla contra el modernismo, no está preparado para un adversario nuevo y diferente. Muchos cristianos, por lo tanto, no reconocieron aún el peligro extremo colocado por el pensamiento post-modernista. La influencia post-modernista claramente ya infecta la iglesia. Los evangélicos están bajando el tono de su mensaje para que las rígidas alegaciones de verdades del evangelio no suenen tan desagradables a los oídos post-modernos. Muchos evitan hacer afirmaciones inequívocas de que la Biblia es verdadera y todos los otros sistemas religiosos del mundo son falsos. Algunos que se intitulan cristianos fueron aún más lejos, resueltamente negando la exclusividad de Cristo y abiertamente cuestionando su alegación de ser él el único camino para Dios.
El mensaje bíblico es clara. Jesus dijo, "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14.6). El apóstol Pedro proclamó la una audiencia hostil, " ... no hay salvación en ningún otro; porque abajo del cielo no existe ningún otro nombre, dato entre los hombres, por lo cual importa que seamos salvos" (Hechos 4.12). El apóstol Juan escribió, " . quien cree en el Hijo tiene la vida eterna; lo que, sin embargo, se mantiene rebelde contra el Hijo no verá la vida, pero sobre él permanece la ira de Dios" (Juan 3.36). Repetidas veces las Escrituras enfatizan que Jesus Cristo es la única esperanza de salvación para el mundo. " ... hay un solo Dios y un sólo Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesus, hombre" (1Tim 2.5). Solamente Cristo puede expiar pecados y, por lo tanto, solamente Cristo puede dar salvación. " ... el testimonio es este: que Dios nos dio la vida eterna; y esta vida está en su Hijo. “Aquel que tiene el Hijo tiene la vida; aquel que no tiene el Hijo de Dios no tiene la vida" (1Juan 5.11,12).
Esas verdades son contrarias a la doctrina céntrica del post-modernismo. Ellas hacen alegaciones de verdad exclusivas, universales, declarando ser Cristo el único camino para el cielo y erróneos todos los otros sistemas de creencia. Es decir lo que las Escrituras enseñan. Es lo que la iglesia verdadera ha proclamado al largo de toda su historia. Es el mensaje del Cristianismo. Y simplemente no puede ser ajustado para acomodar las sensibilida¬des post-modernas. En vez de eso, muchos cristianos simplemente van pasando por encima de las alegaciones exclusivas de Cristo, bajo un silencio constrangedor. Peor aún, algunos en la iglesia — incluyendo algunos de los más conocidos lideres evangélicos — comenzaron a sugerir que tal vez el pueblo pueda ser salvo fuera del conocimiento de Cristo.
Los cristianos no pueden capitular al post modernismo sin sacrificar la esencia de nuestra fe. La alegación de la Biblia de que Cristo es el único camino de la salvación está ciertamente en desarmonia con la noción post-moderna de "tolerancia", pero es, a finales de cuentas, exactamente lo que la Biblia claramente enseña. Y la Biblia, no la opinión post-moderna, es la autoridad suprema para el cristiano. Solamente la Biblia debe determinar lo que nosotros creemos y proclamar eso al mundo. Nosotros no podemos abrir mano de eso, no importa cuanto el mundo post-modernista reclame que nuestras creencias hacen de nosotros personas "intolerantes".
TOLERANCIA INTOLERANTE
La veneración de la tolerancia por el post-modernista es una característica obvia, pero esa versión de la "tolerancia" es, en la verdad, una distorsión peligrosa de la verdadera virtud. De hecho, tolerância nunca es mencionada en la Biblia como una virtud, excepto en el sentido de paciencia, longanimidade y mansidão (ver Ef 4.2). De hecho, la noción contemporánea de tolerancia es un concepto patéticamente débil comparado al amor que las Escrituras ordenan a los cristianos que muestren a sus enemigos. Jesus dijo, "amad vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian; bendizei a los que os maldizem, orad por los que os calumnian" (Lc 6.27,28; confiera los versículos 29-36).
Cuando nuestros abuelas hablaron de tolerancia como una virtud, ellos tenían eso en mente. La palabra entonces significaba respetar las personas y tratarlas con bondad aún cuando creemos que ellas están erradas, pero la noción post moderna de tolerancia significa que nosotros nunca debemos considerar la opinión de nadie como errada. La tolerancia bíblica es para las personas; la tolerancia post-moderna es para ideas.Aceptar toda creencia como igualmente válida difícilmente es una virtud real, pero es prácticamente el único tipo de virtud que el post-modernismo conoce. Las virtudes tradicionales (incluyendo humildad, dominio propio y castidad) son abiertamente mofadas e incluso consideradas como transgresiones, en el mundo del post-modernismo.
Previsiblemente la beatificación de la tolerancia post-moderna ha tenido sus efectos desastrosos sobre la verdadera virtud en nuestra sociedad. En estos tiempos de tolerancia, lo que era prohibido pasó a ser animado. Lo que era tenido como inmoral es ahora festejado. Infidelidad marital y divorcio fueron normalizados. Impureza es el lugar común. Aborto, homosexualidad y perversiones morales de todos los tipos son aclamados por grandes grupos y entusiasticamente promovidos por el mass media popular. La noción post-moderna de tolerancia está sistemáticamente volcando virtud genuina en la cabeza de ellos. Prácticamente la única cosa a ser rechazada por la sociedad como maligna es la noción simplória y políticamente incorrecta que el estilo de vida, religión, o perspectiva diferente de otra persona es incorrecto.
Una excepción notable a aquella regla se destaca claramente: los post-modernistas aceptan que la intolerancia se esté aquellos que alegan conocer la verdad, particularmente los cristianos bíblicos. De hecho, aquellos que se proclaman los abogados líderes de tolerancia actualmente son frecuentemente los oponentes más declarados del Cristianismo evangélico. Basta dar un vistazo en internet, por ejemplo, y vea lo que está siendo dicho por los autoestilizados campeones de tolerancia religiosa. Lo que usted va a encontrar es una gran cantidad de intolerancia por el Cristianismo bíblico. En la verdad, algunos de los materiales más amargos anticristiano en internet pueden ser encontrados en webs supuestamente promoviendo la tolerancia religiosa.!
Por qué eso? Por qué el Cristianismo bíblico auténtico depara con tal feroz oposición de pes¬suenas que piensan ser modelos de tolerancia? Es porque las alegaciones de verdad de las Escrituras y particularmente las alegaciones de Jesus de ser el único camino para Dios — son diametralmente opuestos a las pressuposições fundamentales de la mente post-moderna. El mensaje cristiano representa un golpe fatal a la cosmovisão post-modernista. Pero si los cristianos se dejan engañar o son intimidados a suavizar las alegaciones directas de Cristo y a ensanchar el camino angosto, la iglesia no hará cualquier adelanto contra el post-modernismo. Nosotros necesitamos recuperar la distinción del evangelio. Necesitamos reconquistar nuestra confianza en el poder de la verdad de Dios. Y nosotros necesitamos proclamar con osadía que Cristo es la única verdadera esperanza para el pueblo de este mundo.
Eso puede no ser lo que el pueblo quiere oír en este tiempo pseudo-tolerante del post-mo¬dernismo, pero es cierto asimismo. Y precisamente porque es verdad y el evangelio de Cristo es la única esperanza para un mundo perdido es que es aún más urgente que levantemos por encima de todas las voces de confusión en el mundo y decir de esta forma. El restante de este libro irá a examinar seis conceptos llaves que explican la distinción del Cristianismo. Son principios que totalmente contradicen la sabiduría convencional del post modernismo, pero ellos son componentes esenciales de una cosmovisão bíblica. Esos seis principios, definidos por seis palabras-llave, se elevan unos sobre los otros y se interligam de tal modo que permanecen en pie o se caen juntos. Ellos nos dan la estructura necesaria para el pensamiento, para que entendamos el mundo a la nuestra vuelta y para ministrarmos en este tiempo post-moderno.

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