"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro"
2.ª Pedro 1:19

sábado, 20 de noviembre de 2010

EL ORDEN DE DIOS para los cristianos que se reúnen para el Culto y el Ministerio

La respuesta bíblica al orden eclesiástico tradicional
Por Bruce Anstey

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VIª Sección

La esfera de las hermanas en el ministerio en la iglesia


Otra área donde las llamadas iglesias de la Cristiandad se han apartado del orden de Dios es respecto al puesto y al ministerio de las hermanas. Se podría plantear la pregunta: «¿Cree usted que una hermana puede ser una ministro?» Respondemos: «Sí, lo creemos, porque la Escritura lo dice así.» En Romanos 16:1 (RVR) leemos: «Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea.» De hecho, creemos que Dios querría que todas las hermanas en la iglesia fuesen ministros: es decir, en el sentido bíblico de la palabra. Sin embargo, si la pregunta se hace empleando la palabra «ministro» según la terminología convencional, que presupone la falsa posición clerical, entonces ni por un momento creemos que una hermana, ni para el caso ningún hermano, pueda ocupar tal puesto. Por otra parte, es bien evidente por la Escritura que el papel de las mujeres en la iglesia no es de carácter público.

En cuanto a enseñar o predicar, la Palabra de Dios dice: «Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sometidas, como también la ley lo dice» (1 Co. 14:34-38). Y: «La mujer aprenda en silencio, con toda sumisión. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, y después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión» (1 Ti. 2:11-12). También en Primera Corintios 14:29 dice: «Asimismo, los profetas hablen ...». No dice, «las profetisas hablen.» En la iglesia de Tiatira había una mujer que se había arrogado el papel de enseñante, y el Señor expresa Su desaprobación diciendo: «Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe» (Ap. 2:20).

Asimismo, cuando se trata de ejercer la autoridad en los asuntos administrativos de una asamblea local, la Palabra de Dios dice que aquellos que están en aquel puesto deben ser «marido de una sola mujer» (1 Ti. 3:2). La Palabra de Dios dice también: «Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para considerar este asunto» (Hch. 15:6, y v. 7: «varones hermanos»). Esto muestra que las mujeres, aunque formaban parte de la asamblea, no formaban parte del liderazgo administrativo. La Escritura habla de «varones principales entre los hermanos», pero nunca habla favorablemente de mujeres guiando entre los hermanos (Hch. 15:22, RVR). Ellas no deben «ejercer dominio sobre el hombre» (1 Ti. 2:12).

Las hermanas tienen una gran área de ministerio que cumplir para el Señor y que los hombres a menudo no pueden hacer. Pero esas cosas pertenecen a la esfera doméstica. No tienen necesidad de rivalizar con los hermanos en su esfera de ministerio público y administración. La Escritura dice: «Las ancianas ... que enseñen a las mujeres jóvenes a ser amantes de sus maridos y de sus hijos, a ser sensatas, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada» (Tit. 2:4-5). Y: «quiero pues que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa ...» (1 Ti. 5:14). «Tu mujer será como fecunda vid en las partes más interiores de tu casa» (Sal. 128:3, BAS, margen). Se podrían citar muchas otras Escrituras para mostrar la esfera en la que las hermanas deben ministrar.

Nos damos cuenta de que esto no es popular en la actualidad, y que será particularmente difícil de aceptar por parte de quienes se inclinan hacia la filosofía del Feminismo. Sin embargo, la Biblia da al menos tres razones por las que las hermanas deben tener un puesto de sujeción en el cristianismo. Después que el Apóstol Pablo se refiere al puesto de las hermanas en la casa de Dios en Primera Timoteo 2:9-12, pasa a decir por qué, usando la palabra «Porque» para comenzar el siguiente versículo (13).

1) Orden de creación. «Porque Adán fue formado primero, después Eva» (1 Ti. 2:13). Dios pudo haber hecho juntos al hombre y a la mujer, pero Él escogió hacer primero a Adán. Lo hizo para indicar que era Su intención desde el principio que el varón tuviese el puesto de guía en la creación. Los hombres no se han arrogado este puesto, sino que les ha sido dado por Dios. El hecho de que Dios hiciese al varón el género más fuerte de los dos indica que estaba en Su propósito que el hombre tuviese el puesto de guía. También, la constitución misma de la mujer es predominantemente emocional. Esto es sumamente necesario para la esfera de servicio que Dios les ha encomendado, pero puede ser calamitoso en la administración y en otras responsabilidades de liderazgo, en las que las emociones han de ser mantenidas bajo control. Dios dio la mujer al hombre para que fuese su ayuda idónea y complemento, no su rival (Gn. 2:18; 1 Co. 11:9). Los dos se complementan maravillosamente el uno al otro cuando operan en los ámbitos que Dios les ha designado.

2) Gubernamental. «Y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión» (1 Ti. 2:14). Cuando Eva actuó con independencia y asumió el liderazgo en la casa de Adán, vino la ruina. Desde aquel momento, su puesto sería el de sujeción a su marido. Ésta era la resolución gubernamental de Dios sobre ella. El Señor dijo a la mujer: «tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti» (Gn. 3:16). Una hermana que reconoce este puesto que Dios le ha dado puede ser una verdadera bendición (Sal. 128:3, «como vid que lleva fruto»). En la Escritura, las mujeres que rehusaron aceptar el puesto que Dios les había asignado y que asumieron el liderazgo fueron generalmente causa de perturbación y ruina (Gn. 3:6; Mt. 13:33; Ap. 2:20; 1 Co. 14:33-34). No debemos pensar que el gobierno de Dios recae sólo sobre la mujer. El hombre está también bajo el gobierno de Dios. Él es responsable para la provisión de alimento y refugio para su familia (Gn. 3:17-19). Un hombre que no haga esto es peor que un incrédulo (1 Ti. 5:8).

3. Testimonial: En otros pasajes, el Apóstol Pablo dice: «Las casadas estén sometidas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sometida a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. ... Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia» (Ef. 5:22-24, 32). Ésta es una tercera razón por la que las mujeres cristianas deben asumir un puesto de sujeción. Las hermanas que están en relación matrimonial pueden, mediante su sujeción a sus maridos, exhibir ante el mundo una pequeña imagen de la sujeción de la iglesia a Cristo.

¡Qué triste ver hoy que este orden es dejado de lado en casi cada asamblea cristiana! Las Escrituras que hemos citado son o bien torcidas, o bien consideradas como anticuadas y prejuiciadas. Hoy las mujeres predican y enseñan desde púlpitos y están en papeles que corresponden a ancianos en las diversas llamadas iglesias. Sin embargo, las hermanas que han aceptado el orden de Dios han encontrado una paz y un contentamiento en la aceptación de la voluntad de Dios que va más allá de toda explicación.

«¡Pero la Biblia dice que las mujeres
deben orar y profetizar!»
Algunos no creen que los pasajes citados de Primera Corintios 14:33-38 y Primera Timoteo 2:11-14 pueden referirse a la predicación y a la enseñanza, porque iría en directa contradicción a Primera Corintios 11:5, que dice: «Toda mujer que ora o profetiza ...». Se argumenta que Dios no diría a las mujeres en un pasaje que oren y profeticen, y que luego se volvería y les diría que no lo hagan. Llegan a la conclusión de que el «hablar» en Primera Corintios 14 debe referirse a algún problema local de Corinto, donde las mujeres interrumpían el culto congregacional al hacer preguntas no relacionadas que podían hacerse en casa.

En primer lugar, si creemos que la Biblia está inspirada por el Dios infalible, entonces es cierto que debemos creer que no hay contradicciones ni errores en Su santa Palabra. Si contemplamos con más cuidado el pasaje de Primera Corintios 11, veremos que el versículo que se refiere a mujeres orando y profetizando (versículo 5) viene antes de las instrucciones a los santos cuando se reúnen (versículo 17). El versículo 17 de este capítulo marca un nuevo párrafo y entra en el orden de cosas cuando los santos se reúnen para el culto y el ministerio. Dice: «Pero al daros las instrucciones que siguen, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor. Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, ...» A partir de este versículo y hasta el final del capítulo 14, el apóstol trata de cuestiones directamente relacionadas con la reunión de los santos. Eso queda indicado por la repetición de la frase «cuando os reunís», o similares, por parte del apóstol (1 Co. 11:17, 18, 20, 33, 34; 14:23, 26). Sin embargo, en los versículos precedentes, cuando se menciona el tema de las mujeres profetizando (vv. 1-16), no se está refiriendo a actividades que tengan lugar exclusivamente cuando los santos están reunidos para el ministerio. Es más amplio que esto. R. K. Campbell dice: «Este pasaje (los vv. 2-16) permite esta actividad de parte de una mujer, pero no indica cuándo era ejercida. El capítulo 14 dice de manera bien clara que ese ministerio de parte de las mujeres no está permitido en la asamblea.» Esto muestra que Dios no impedía a las hermanas que orasen y profetizasen. Tenían abundantes oportunidades para hacerlo en su esfera doméstica fuera de las reuniones públicas de la asamblea. Así, no hay contradicción entre esos dos pasajes. El primero se refiere a «en la asamblea», como el versículo especifica debidamente (1 Co. 14:34), y el otro se refiere a algo más general, no a algo específico de la asamblea (1 Co. 11:5).

En segundo lugar, al responder a las objeciones que se presentan a las claras declaraciones de la Escritura, nos encontramos constantemente con las ideas que las personas han introducido en las Escrituras. La suposición de que las mujeres de Corinto perturbaban las reuniones con preguntas irrelevantes y con murmuraciones es un ejemplo clásico de este tipo de razonamiento. La Escritura no dice nada acerca de tales cosas. El hábito del apóstol Pablo era totalmente contrario a esto. No razonaba introduciendo sus pensamientos en las Escrituras, sino que razonaba de lo que sacaba de las Escrituras (Hch. 17:2). Ésta debería ser nuestra norma de conducta.

Tercero, la palabra en la lengua original traducida «hablar» en Primera Corintios es la misma que se usa en otras partes del capítulo, cuando se dice: «los profetas hablen ...» o «si habla alguno ...». De este modo, «hablar», en este versículo, se refiere evidentemente a tomar parte pública en la reunión, porque éste es el contexto del capítulo.

«¡Pero en la Iglesia no debemos contemplar
la distinción entre varón y mujer!»
Otros estarán de acuerdo en que Dios tiene papeles distintivos para el varón y la mujer, creyendo que deben ser observados, pero sólo en el ámbito de las relaciones naturales en el hogar. Cuando se trata de la iglesia, creen que esas distinciones entre varón y hembra no deben considerarse, porque la Palabra de Dios dice: «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gá. 3:28). Muchos teólogos piensan que esta declaración universal predomina sobre los dictados más estrechos de las otras declaraciones de Pablo en Primera Corintios 14 y de Primera Timoteo 2.

Este malentendido procede de no considerar la distinción entre posición y práctica. La clave que desenmaraña la confusión que pueda existir en las mentes de algunos reside en comprender el significado de la frase «en Cristo Jesús». Describe nuestro puesto de aceptación individual delante de Dios, en la misma posición que Cristo ocupa ahora como Hombre en la gloria. Denota la plena posición cristiana delante de Dios en la nueva creación, y está inseparablemente ligada de la morada del Espíritu Santo en el creyente. Pablo usa esta expresión numerosas veces en sus epístolas (Ro. 8:1; Ef. 1:6; 2 Co. 5:17; Gá. 6:15; Ef. 2:13, etc.). El argumento en Gálatas 3:28 es que todos los creyentes, con independencia de su nacionalidad, trasfondo social o sexo, se encuentran igualmente en este lugar de aceptación delante de Dios. Es un término posicional. Sin embargo, Primera Corintios 14 y Primera Timoteo 2 se refieren a un orden práctico de cosas entre los cristianos sobre la tierra. Así, tenemos dos términos: «en Cristo» (Gá. 3:28) y «en las congregaciones» (1 Co. 14:34). Se refieren a dos cosas diferentes. El primero se refiere a lo que los santos son en el puesto de Cristo delante de Dios en el cielo («en Cristo»); el segundo se refiere a lo que son cuando se congregan para el culto y el ministerio en la tierra («en las congregaciones»).

«¡Pero esas cosas sólo son
de aplicación en Corinto!»


Otros dicen que esta prohibición de que las mujeres hablen en la asamblea era sólo de aplicación a Corinto, ciudad particularmente señalada por sus mujeres estridentes y libertinas. Esas mujeres corintias, cuando eran salvas, se comportaban de una manera similar y causaban perturbaciones en las reuniones. La respuesta de Pablo a este problema local fue que estuviesen calladas hasta que aprendiesen a comportarse mejor. Por tanto, llegan a la conclusión de que esta instrucción no es aplicable a las mujeres en la iglesia en la actualidad. Una vez más: es una mera suposición afirmar que las mujeres estuviesen actuando de la manera que se describe. La Escritura no dice que el problema fuese ése. Más aún, el comienzo de esta epístola muestra que los principios que se dan en la misma son para más allá de Corinto; son para «todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo» (1 Co. 1:2). Además, el mismo pasaje en cuestión en Primera Corintios 14 nos dice claramente que esta instrucción trascendía a la asamblea en Corinto. Dice: «Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones» (1 Co. 14:33-34).

«¡Pero no queremos ahuyentar
a la gente del cristianismo!»


Algunos piensan que no deberíamos practicar esas cosas porque podrían ofender a los inconversos (especialmente a las mujeres) que contemplan el cristianismo. Son de la opinión que esto podría hacer que esas personas se aparten definitivamente de Dios porque pensarán que el cristianismo hace de las mujeres personas de segunda clase. Este argumento parece sugerir que no deberíamos obedecer las Escrituras porque nuestro testimonio ante el mundo es más importante. Implica que es aceptable desobedecer la Palabra de Dios si con ello podemos ganar a algunos. Sin embargo, la Escritura dice que la obediencia a Dios es más importante que ningún servicio que podamos hacer para Él. «Ciertamente, el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros» (1 S. 15:22). Debemos obedecer a Dios en primer lugar, y dejar los resultados en testimonio para Él. En último término, de todas maneras, es Él quien produce una obra en las personas mediante Su poder vivificador. El Señor encomió la asamblea en Filadelfia, diciendo: «Aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre» (Ap. 3:8). Es cosa cierta que no podemos esperar Su encomio y bendición si desobedecemos las claras enseñanzas de Su Palabra.

«¡Eso es porque Pablo era un anticuado!»

Algunos consideran que lo que Pablo escribió acerca de la cuestión del puesto de la mujer se debe a prejuicios y a que tenía una actitud dura con las mujeres. Consideran que sus enseñanzas acerca de esta cuestión son sólo algunas de sus ideas personales que resultaban de que no estaba casado y que no comprendía a las mujeres. Sin embargo, en el mismo capítulo en el que Pablo escribe acerca del puesto de la mujer, dice también: «Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore» (1 Co. 14:37, RVR). No, esas cosas no son simplemente opiniones personales de Pablo, sino que son «los mandamientos del Señor».

La cubierta de la cabeza

Otra cosa que los cristianos descuidan en la actualidad es el uso de las cubiertas de la cabeza. Primera Corintios 11 da unas instrucciones muy claras y explícitas de que las hermanas deben tener la cabeza cubierta cuando se están tratando temas divinos. Por cuanto este pasaje de la Escritura no especifica dónde deben llevarse las cubiertas de la cabeza, no estamos autorizados a decir que sólo se aplique a las reuniones de asamblea. Es más amplio que esto. Su aplicación se extiende a cualquier momento en que se estudie la Palabra de Dios, tanto si se trata de una reunión pública como de un estudio privado.

A veces se hace esta pregunta: «¿Por qué iba Dios a querer que las hermanas se cubran la cabeza? ¿De qué sirve esto, de todos modos?» Lo cierto es que Dios no sólo nos manda hacer algo, sino que también nos dice por qué. Esta es la belleza del cristianismo. El nuestro es un «culto racional» (Ro. 12:1, RVR). Al comprender por qué Dios quiere que practiquemos algo así, deberíamos sentirnos aun más interesados en obedecer Su Palabra, porque podemos hacerlo de manera inteligente y con propósito.

El apóstol nos muestra al principio del capítulo que en el cristianismo la cabeza del hombre es imagen de Cristo. Dice: «Quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo» (1 Co. 11:13). Luego muestra que por cuanto esto es así, los hermanos deben tener la cabeza descubierta cuando se están tratando temas divinos. Con ello, están reconociendo que toda la gloria pertenece a Cristo. Es un testimonio deliberado por parte de los hermanos, y refleja nuestro deseo de dar toda la gloria a Cristo, nuestra Cabeza viviente en el cielo. El apóstol escribe: «Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios» (1 Co. 11:7).
Este acto glorifica a Cristo, y debería llevarse a cabo con esto a la vista.

Por otra parte, en el cristianismo la mujer representa la gloria del hombre. Dice el apóstol: «la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Por tanto, la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles» (1 Co. 11:7-10). El cabello de la mujer es una señal de la gloria natural del primer hombre. Es su permanente velo de hermosura y de gloria (1 Co. 11:15). El apóstol Pablo enseña, por tanto, que el cabello de la mujer debería estar cubierto cuando se está tratando de cosas divinas, debido a lo que representa. Cuando las hermanas llevan una cubierta, están expresando el hecho de que no reconocemos que el primer hombre tenga puesto alguno en el cristianismo. Es una confesión de que el hombre y su gloria no tienen lugar en las cosas divinas. El apóstol añade: «por causa de los ángeles» (1 Co. 11:10).

Dios ha establecido un cierto orden en Su creación. Los cristianos, hombres y mujeres, no deben desatender este orden, sino que deben recordar que son un espectáculo dispuesto por Dios. Los ángeles están aprendiendo la sabiduría de Dios en Sus caminos entre los cristianos sobre la tierra (1 Co. 4:9; Ef. 3:10).

Estos actos en los que los hermanos se descubren la cabeza y las hermanas se la cubren son una exhibición de los principios involucrados en la confesión del cristianismo.

«¡Las cubiertas de la cabeza son
una antigua costumbre cultural que no
debe ser seguida en la actualidad!»

Se argumenta que esas instrucciones del apóstol Pablo eran válidas sólo para los corintios de aquel tiempo. Llevar una cubierta en la cabeza es generalmente explicado como una antigua costumbre cultural que no tiene ninguna aplicación para las mujeres en la actualidad.

De nuevo, esto es una mera suposición. Pablo nunca dijo que esto era sólo para aquel tiempo. Preguntamos: «Si esto fuese sólo para aquel tiempo, ¿a qué se debe que la iglesia ha observado esas instrucciones acerca de las cubiertas de la cabeza desde su nacimiento hasta hace unos cuarenta y cincuenta años? ¡Las ha observado durante más de 1900 años! ¿Acaso la iglesia ha estado en un error al actuar así durante todos estos años?» El Espíritu de Dios parece haber anticipado este tiempo en que vivimos, cuando habrían los que disputarían contra esas cosas. De modo que el apóstol Pablo fue llevado a escribir: «Con todo, si alguno es amigo de discusiones, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios» (1 Co. 11:16). El «nosotros» en este versículo se refiere a los apóstoles que fueron dados a la iglesia para echar el fundamento del cristianismo por medio de su ministerio. En este versículo está diciendo que si hay algunos que quieran argumentar en contra de esas cosas, que sepan que los apóstoles no tienen «tal costumbre» de que las mujeres aparezcan con las cabezas descubiertas cuando se están tratando temas divinos. En ningún momento entregaron ellos tal costumbre a las diversas iglesias locales de su época.

De nuevo recordamos al lector que lo que Pablo enseñó acerca de las cubiertas de la cabeza no es algo que fuese exclusivamente para los corintios, sino que es para «todos ... en cualquier lugar» (1 Co. 1:2).

¡Pero el cabello de la mujer es su cubierta!
Otro argumento comúnmente usado para desvirtuar el mandamiento de usar cubiertas para la cabeza es citar el versículo 15. Éste dice: «A la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.» De esto deducen que si una mujer tiene cabello largo (y algunas no lo tienen tanto), está cumpliendo esta Escritura, porque el cabello actúa como velo. Por ello, las mujeres no necesitan de cubierta para la cabeza.

Si contemplamos este pasaje con más cuidado, veríamos que se mencionan dos cubiertas en estos versículos. El Apóstol Pablo emplea a propósito dos palabras diferentes para indicarlo. Si no vemos esto, nos confundiremos sin remedio. La palabra que se usa en la lengua original para «cubrirse» en los versículos 4-6 es diferente de la usada en el versículo 15. La palabra en el versículo 15 (peribolaiou) indica el cabello caído alrededor de la cabeza. El lenguaje moderno lo llamaría un peinado o algo semejante. Por ello, el cabello de la mujer es un velo (o cubierta) de gloria y hermosura que la naturaleza le ha dado. Sin embargo, la palabra en los versículos 4-6 (katakalupo) indica una cubierta artificial para el cabello, como una mantilla, etc. En base de esto, queda bien claro que no hay base para la idea de que las mujeres no necesitan llevar cubiertas para la cabeza.

Algunos de los argumentos que la gente usa para poder hacer lo que bien les parezca son generalmente bien absurdos cuando se llevan a su conclusión lógica. Esta idea particular de que la cubierta de la mujer puede reducirse a su cabello es un ejemplo preciso de este caso. Si la cubierta a la que se hiciese referencia en los versículos 4-6 fuese el cabello, ¡entonces los hombres tienen también una cubierta, porque las mujeres no son las únicas en tener cabello! Si fuese así, ¿cómo podrían ellos orar y profetizar, por cuanto los hermanos no deben ministrar la Palabra de Dios con las cabezas cubiertas? (1 Co. 11:4, 16).

Además, si fuese cierto este concepto de que el cabello de la mujer es su cubierta, ¿por qué la iglesia ha necesitado tanto tiempo para descubrirlo? Durante más de 1900 años la iglesia ha aceptado la clara enseñanza de este capítulo, y las hermanas han llevado la cabeza cubierta. ¿Acaso la iglesia se ha equivocado universalmente acerca de la mente del Señor en esta cuestión a lo largo de todos los siglos?

Oprobio

El problema acerca de esta cuestión y acerca de muchas otras cuestiones que hemos tocado en este libro es que los cristianos no quieren sufrir el oprobio que conlleva la práctica del cristianismo bíblico. Por consiguiente, inventan toda clase de excusas acerca de por qué no quieren obedecer las claras declaraciones de la Palabra de Dios.

Los que atiendan a la exhortación de la Palabra: «Salgamos, pues, adonde él, fuera del campamento», se verán «llevando su vituperio» (He. 13:13). Debemos estar preparados para aceptar esto. Sin embargo, hay un gozo en el camino de hacer la voluntad de Dios que es conocido sólo por los que caminan en él. «El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado» (Sal. 40:8; Jer. 15:16).

Cuando contemplamos esta cuestión a la luz de lo que hemos visto en las Escrituras tocante a la decadencia del testimonio cristiano en los últimos días, se hace evidente que el rechazo a cubrirse la cabeza es sencillamente otro aspecto de la gran defección.




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viernes, 19 de noviembre de 2010

El Cubrimiento


El siguiente extracto pertenece al capítulo 4 del libro Consejos Sobre la Vida Cristiana, del hermano Watchman Nee, editado por Libros CLIE, Terrassa, Barcelona, 1990.

Puede leer el estudio completo desde aquí:
pabloodavid.byethost.com/autores/Libros/Sobre%20Cubrirse%20la%20Cabeza.pdf

SOBRE EL CUBRIRSE LA CABEZA

“Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué. Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero la mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. 10Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles. Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios. Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello. Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios” (1 Corintios 11:2-16).



El cubrirse la cabeza y el gobierno de Dios
La cuestión del cubrirse la cabeza pertenece al gobierno de Dios. Para aquellos que no conocen el gobierno de Dios, es imposible exhortarles a que se cubran la cabeza.
No van a poder entender cuánto hay implicado en esta cuestión. Pero los que han visto el gobierno de Dios revelado en Su Palabra, pueden apreciar la tremenda conexión que existe entre el cubrirse la cabeza y el gobierno de Dios. «2Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué. 3Pero
quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo» (1 Co. 11:2,3). Lo que hallamos aquí se refiere al gobierno de Dios.
La relación descrita aquí no es la del Padre al Hijo, sino la de Dios y Cristo. Para usar una expresión moderna, Cristo es el representante de Dios. La relación entre Padre e Hijo pertenece a la Divinidad, pero Cristo, enviado de Dios, se refiere a una disposición de Dios, al gobierno de Dios. «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Juan 17:3). Dios es Dios y Cristo es el enviado de Dios. Ésta es su relación en el gobierno de Dios. El Hijo,
originalmente, igual a Dios, fue enviado voluntariamente por Dios como el Cristo. Dios permaneció en Su altura como Dios, pero Cristo fue enviado a hacer Su obra. Éste es el primer orden de sucesos en el gobierno de Dios.
En el propósito de Dios, Cristo fue establecido para ser la cabeza de todo hombre; por tanto, todas las personas tienen que obedecerle. Él es el primero de toda la creación y sus primicias. Él es la cabeza de todo varón; todo hombre debe sometérsele. Éste es un principio básico bajo el gobierno de Dios. El que Dios sea la cabeza de todo hombre es algo que se refiere no al sistema de la gracia, sino al sistema de gobierno de Dios. De la misma manera el que el hombre sea la cabeza de la mujer pertenece
también al sistema de gobierno de Dios. Dios en Su gobierno establece al hombre como cabeza, de la misma manera que establece a Cristo como cabeza y también Él mismo como cabeza. Con ello queda completado el sistema.
Dios es, Él mismo, la cabeza; Él establece a Cristo como cabeza; y más adelante hace cabeza al hombre. Estos son los tres grandes principios de gobierno de Dios.
El que Dios sea la cabeza de Cristo no tiene nada que ver con la cuestión de quién es el mayor; más bien, es simplemente una disposición en el gobierno de Dios. De la misma manera bajo el gobierno de Dios, Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer. Estas son disposiciones de Dios; éstas son designaciones suyas.
Filipenses 2 es bien claro: El Señor Jesús en su esencia eterna es igual a Dios; pero, en el gobierno de Dios pasa a ser el Cristo, y como Cristo, Dios pasa a ser su cabeza.
Cristo mismo reconoce en el Evangelio de Juan que: «No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente» (5:19). «Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió» (6:38). «Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo» (8:26); y «nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo» (8:28). Hoy Cristo ha ocupado su lugar en el gobierno de Dios. Según el consejo de Dios, Él es Cristo y como Cristo necesita escuchar a Dios. Dios el Hijo no tiene necesidad de escuchar a Dios el Padre, porque Dios el Padre y Dios el Hijo son iguales en honor y gloria en la Divinidad. Pero, en el gobierno de Dios, Cristo
no se halla en el lugar de Dios el Hijo; sino que, su posición es la de Cristo, el Enviado de Dios.
Algún día todo el mundo conocerá que Cristo es la cabeza de todos los hombres, porque ésta es la decisión del gobierno de Dios. Hoy esto lo conoce sólo la Iglesia; el mundo no tiene conocimiento de ello. Pero vendrá un día en que todos en el mundo comprenderán que Cristo es la cabeza. Él tendrá la preeminencia en toda la creación.
Él es el primogénito de toda la creación y sus primicias. Todos deben someterse a la autoridad de Cristo. De la misma manera, la designación por Dios del hombre como cabeza de la mujer, hoy es conocida sólo en la iglesia. ¿Entiendes lo que esto significa? Hoy sólo la iglesia reconoce que Cristo es la cabeza del hombre y que el hombre es
la cabeza de la mujer.
Hemos visto ya cómo la gracia nunca se sobrepone al gobierno de Dios. Confío que nuestra lección se hará más clara cuando nos demos cuenta que la gracia es para apoyar el gobierno de Dios, no para derrocarlo. ¿Cómo puede ser nadie tan necio para intentar hacer uso de la gracia de modo que interfiera con el gobierno de Dios? El gobierno de Dios es inviolable; su mano siempre lo sostiene. Nadie, por el hecho que haya creído en el Señor, puede derribar la autoridad del Padre, o aun socavar la autoridad de algún gobierno. No hemos de decir que por el hecho de ser cristianos no tenemos que pagar impuestos. ¡No, en modo alguno! Cuánto más buenos cristianos somos, más tenemos que sostener el gobierno de Dios.
Hoy estamos aquí para sostener el testimonio de Dios en el mundo. Dios nos ha mostrado que hay tres diferentes clases de cabezas: Dios es la cabeza, Cristo es la cabeza,y el hombre es la cabeza. Esto no tiene nada que ver con el ser hermanos y hermanas; es básicamente una cuestión de disposición de gobierno. La gracia se refiere a hermanos y hermanas, pero el gobierno es distinto. Dios ha querido en Su soberanía que la cabeza de Cristo sea Él mismo, de modo que Cristo ha de obedecer; la cabeza del
hombre es Cristo, de modo que el hombre ha de obedecer; y la cabeza de la mujer es el hombre, de modo que la mujer debe mostrar el signo de obediencia sobre su cabeza.

El significado del cubrirse la cabeza
«4Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta a su cabeza. 5Pero la mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta a su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiera rapado» (1 Corintios 11:4,5).
En ese caso la mujer se hace enteramente igual a la que se ha rapado. El significado del cubrirse la cabeza es: me someto al gobierno de Dios; acepto la posición asignada por Dios; no me atrevo a anular Su gobierno por la gracia que he recibido; no me atrevo incluso a pensar sobre ello; al contrario, acepto el gobierno de Dios. Como Cristo
acepta a Dios como Su cabeza, así todo hombre debe aceptar a Cristo como su cabeza. De la misma manera, la mujer debería aceptar al hombre como su cabeza representativa. Al cubrirse la cabeza, la mujer significa que ella no es la cabeza, porque la lleva cubierta.
Recordemos que aunque en la práctica es sólo la mujer la que lleva la cabeza cubierta, con todo, en realidad, Cristo tiene la cabeza cubierta delante de Dios y todo hombre tiene la cabeza cubierta delante de Cristo. ¿Por qué, pues, sólo requiere Dios que sea la mujer la que tenga la costumbre de cubrirse la cabeza? Esto verdaderamente es sorprendente, porque implica un principio muy profundo.
Con frecuencia considero que es imposible hablar con algunos hermanos y hermanas sobre el cubrirse la cabeza, porque no tienen conocimiento del gobierno de Dios.

Antes de que uno pueda entender el cubrirse la cabeza, primero tiene que conocer el gobierno de Dios. Toda la cuestión queda resuelta en el punto en que se ve que Cristo tiene la cabeza cubierta delante de Dios. ¡Cuánto más debería yo cubrirme la cabeza delante de Él! Debo cubrirme la cabeza de modo que ya no se vea, o esté expuesta, porque Dios es mi cabeza. En realidad, toda cabeza debe estar cubierta delante de Dios. Como Cristo es mi cabeza, no puedo tener mi propia cabeza a la vista o expuesta.
Aquí quisiera decir a las mujeres cristianas que Dios ha designado al hombre como cabeza de la mujer. En estos días en que la autoridad de Dios es desconocida en el mundo, el Señor exige el cumplimiento de esta orden sólo en la iglesia. Por tanto, afecta al mismo hecho de nuestro ser cristianos. Dios nos requiere en la Iglesia que aceptemos lo que Él ha designado en Su gobierno.


La responsabilidad de las hermanas


Cuando una hermana cubre su cabeza, está delante de Dios en la base de la posición de Cristo delante de Dios y del hombre delante de Cristo. Dios quiere que la mujer cubra su cabeza en orden a manifestar Su gobierno en la tierra. Este privilegio cae sólo sobre la mujer. Ella no se cubre la cabeza meramente por sí misma; lo hace de modo representativo. Por sí misma, porque es una mujer; representativamente, porque ella representa al hombre delante de Cristo, y Cristo delante de Dios. Así cuando la mujer
cubre su cabeza delante de Dios, es exactamente como si Cristo cubriera Su cabeza delante de Dios. De la misma manera, cuando la mujer cubre su cabeza delante del hombre, es lo mismo como si el hombre cubriera su cabeza delante de Cristo. El hombre o la mujer no son la cabeza puesto que Cristo es la cabeza. Si una cabeza no está cubierta resultará que hay dos cabezas. Delante de Dios y Cristo, una cabeza tiene que estar cubierta; así tiene que ser también entre el hombre y la mujer y entre Cristo y cada
hombre. Si una cabeza no está cubierta, el resultado será que habrá dos cabezas, y el gobierno de Dios no permite dos cabezas. Si Dios es la cabeza, entonces no lo es Cristo; si Cristo es la cabeza, entonces no lo es el hombre; si el hombre es la cabeza, no lo es la mujer.
Dios llama a las hermanas a que exhiban esta disposición y orden. Es por medio de las hermanas que el sistema de gobierno de Dios ha de ser desplegado. Son las hermanas las responsables de tener el signo de obediencia sobre sus cabezas. Dios de modo específico requiere que las mujeres tengan la cabeza cubierta cuando oran. ¿Por qué? Porque deben reconocer el gobierno de Dios cuando se presentan delante de Él. Al presentarse delante de Dios para orar o delante del pueblo para
profetizar por Dios, tanto si oran como si profetizan, tanto en lo que va a Dios como en lo que viene de Dios, en cualquier relación con Dios, se exige que la cabeza esté cubierta. El propósito es manifestar el gobierno de Dios.
Los hombres no tienen que cubrirse la cabeza. Es una vergüenza para su cabeza si el hombre la cubre delante de la mujer, porque el hombre representa a Cristo.

Cómo hay que cubrir la cabeza
«Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra» (1 Corintios 11:6).
En otras palabras, Dios dice a las hermanas que sean consecuentes. Ninguna mujer puede conservar el cabello y no tener la cabeza cubierta. Si no la tiene cubierta debería raparse el cabello. Si ella se siente avergonzada de raparse el cabello, entonces tiene que cubrírselo. Todo tiene que ser hecho de modo completo, no a medias.
«Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón» (v.7). Como el hombre representa la imagen y gloria de Dios, no debe cubrirse la cabeza. Pero, la mujer es la gloria del hombre, por lo que debe cubrirse la cabeza. Si una mujer no se cubre la cabeza, no puede demostrar que el hombre es la cabeza. «8Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, 9y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón» (vv. 8,9). Estos dos versículos dejan bien claro que la materia de consideración delante de nosotros se refiere al gobierno.
«Porque el hombre no procede de la mujer»; ésta es la manera de obrar de Dios. En la creación de Dios, el hombre no vino de la mujer, sino que la mujer vino de la costilla que le fue sacada al hombre. De donde, la cabeza fue Adán, no Eva. Además, «ni el hombre fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón».
Tal como Dios ordenó la creación, la mujer debe estar en sumisión al hombre.
«Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles» (v. 10). La Biblia no especifica lo que hay que usar para cubrir la cabeza; sólo dice que la cabeza, en que crece el cabello, debe ser cubierta. ¿Por qué debe ser cubierta? A causa de los ángeles.

A veces me he quedado asombrado de esta maravillosa enseñanza de que las hermanas deben llevar la cabeza cubierta como señal de autoridad por causa de los ángeles.
Conocemos la historia trágica de cómo pecaron algunos ángeles. Satanás se rebeló contra Dios; porque deseaba hacerse igual a Dios. En otras palabras, el ángel Lucifer intentó exponer su propia cabeza delante de Dios y rehusó someterse a Su autoridad. En Isaías 14, Satanás reitera constantemente: "Subiré", "levantaré", "me sentaré", "seré".
«13Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; 14sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo» (vv. 13-14).

En este mismo pasaje vemos que un arcángel cae para pasar a ser Satanás. Apocalipsis12, además, nos muestra que cuando Satanás cayó, con él cayó un tercio de las huestes angélicas (Apocalipsis 12:4). ¿Por qué cayeron los ángeles? Porque no se sujetaron a la autoridad de Dios, la cabeza, sino que intentaron tener expuestas sus propias cabezas.

Hoy la mujer tiene un signo de autoridad sobre su cabeza a causa de los ángeles, esto es, como testimonio a los ángeles. Sólo las hermanas en la iglesia pueden dar este testimonio, porque las mujeres del mundo no saben nada de ello. Hoy, cuando las hermanas tienen el signo de autoridad sobre sus cabezas, dan testimonio de que: "He cubierto mi cabeza, porque yo no procuro ser la cabeza. Mi cabeza está velada y acepto al hombre como la cabeza, y el aceptar al hombre significa que acepto a Cristo como
cabeza, y a Dios como cabeza. Pero algunos de vosotros, ángeles, os habéis rebelado contra Dios". Esto es lo que significa «por causa de los ángeles».
“Tengo en mi cabeza un signo de autoridad; soy una mujer con la cabeza cubierta”. Esto es un testimonio excelente, a los ángeles, a los caídos y a los no caídos. No es de extrañar que Satanás se oponga de modo persistente a la idea de cubrirse la cabeza. En realidad le avergüenza. Nosotros hacemos lo que él ha fallado en hacer. Lo que Dios no recibió de los ángeles, lo tiene ahora de la Iglesia. Debido a que los ángeles no se sometieron a la autoridad de Dios y de Su Cristo, el mundo está sometido a gran confusión. La caída de Satanás ha causado más turbación que la caída del hombre. Pero, gracias a Dios, lo que no ha obtenido de los ángeles caídos, lo ha obtenido de la Iglesia.
Cuando muchas de las mujeres hermanas en la iglesia ocupan el lugar que ha sido dado a las mujeres y aprenden a cubrir su cabeza, envían una palabra no hablada de testimonio a los ángeles en el aire, al efecto de que Dios ha obtenido de la Iglesia lo que desea. Debido a esto, la mujer debe llevar sobre la cabeza un signo de autoridad, como testimonio a los ángeles.

Los extremos

La gente, sin embargo, puede ir a extremos, pensando que como el hombre es la cabeza y la mujer ha de obedecer la autoridad del hombre, la mujer debe adoptar una actitud de sumisión ciega. Es una tendencia humana el ir a los extremos, o bien no dar un paso, o ir al extremo opuesto, correr demasiado. Por ello Pablo nos advierte con
un «sin embargo», porque las cosas no son tan simples. Realmente, este es el testimonio externo, pero ¿qué diremos del hecho interno? «11Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón». ¿Por qué es así? «12Porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios» (vv.
11-12).
En el huerto del Edén, la mujer fue sacada del hombre. Pero, después del huerto de Edén, el hombre necesita salir de la mujer. Ningún hombre nace sin una mujer. En realidad, el hombre no puede pasarse sin la mujer, como la mujer no puede pasarse sin el hombre. Ni uno ni otro pueden decir que son algo especial, porque todas las cosas
son de Dios. Así que la orden de cubrir la cabeza no significa nada más que llevar un signo de autoridad sobre la cabeza. Como todas las cosas son de Dios, no hay lugar ni para jactancia ni para desprecio.
«Juzgad entre vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?» (v. 13). Pablo dirige esta pregunta especialmente a las hermanas.
Después de saber que en el gobierno de Dios la cabeza de Cristo es Dios, la cabeza de todo hombre es Cristo, la cabeza de la mujer es el hombre, y que Dios ha designado a la mujer para representar a todo hombre y también representar a Cristo delante de Dios -después de saber todo esto-, ¿es propio que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta?


«La naturaleza misma, ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?» (v. 14). Pablo aquí usa el sentimiento de la Iglesia para juzgar este asunto.
«Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello» (vv. 15). Las mujeres de todo el mundo atesoran su cabello como su gloria. Les gusta conservar el cabello. No he visto jamás a una mujer que tire el cabello propio a la basura. El cabello es demasiado precioso. Parece que Dios le da el cabello largo a la mujer para cubrirse. Pablo explica que como Dios dio el cabello largo a la mujer para cubrirse, la mujer debería añadir otra cobertura a esta natural. La mujer debe voluntariamente ponerse otra cobertura sobre la cabeza. Esto se ve claro si se leen los versículos 15 y 6 juntos: «15Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello. 6Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra». Dios ha cubierto la cabeza de la mujer de cabello, por lo cual, la que acepta la autoridad de Dios debería usar algo
para cubrirse el cabello. De otra manera debería raparse el cabello que Dios le ha dado. En otras palabras, si aceptas la cobertura de Dios, debes añadir otra por tu cuenta.
Si rechazas la de Dios, debes quitarte la que Dios te ha dado. La Biblia indica que el cabello largo en sí es insuficiente; hay que añadir otra cobertura.
Hoy la gente no tiene en cuenta ninguna de estas dos órdenes de la Biblia. Si una hermana no quiere cubrirse el cabello, sino que se rapa, puede considerarse que está haciendo caso de la palabra de la Biblia. Pero la mujer, hoy ni se rapa ni se cubre el cabello; una doble desobediencia.

¿Qué debe hacer la que es obediente?

Como Dios ha cubierto mi cabeza, yo también la cubro. Dios me cubre con el cabello natural, yo la cubro con un signo. Las que conocen a Dios deben añadir este signo al signo de Dios.

Con respecto al «amigo de discusiones»
«Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso (amigo de discusiones), nosotros no tenemos tal costumbre, ni en las iglesias de Dios» (v.16). Creo que Pablo habla completamente en serio. Conocía muy bien a aquellos corintios, y hay mucha gente así, no sólo en el Corinto de entonces, sino en cualquier lugar del mundo.
Si alguno es «amigo de discusiones», es decir, si es contencioso, ¿sobre qué es esta persona contenciosa? ¿Cuál es el problema que se discute desde los versículos 1 al 15, porque el versículo 16 se refiere al tópico de los mismos, sin duda? Aquí, Pablo, está simplemente indicando que es equivocado el discutir sobre lo que él ya ha establecido
en los versículos 1-15.
«Si alguno parece contencioso». Hay muchos a los cuales les gusta discutir sobre lo que es necesario que la mujer se cubra la cabeza. Dicen que el que Dios sea la cabeza de Cristo; Cristo, la cabeza de todo hombre; y el hombre, la cabeza de la mujer, son cosas que afectan a los Corintios, no al universo. Pero, gracias a Dios, que el ser cristiano es una cuestión de alcance universal, no de un corintio. Gracias a Dios, el que Dios sea la cabeza de Cristo es también una cuestión universal, no de un corintio. Y yo también, por lo menos, de entre los siervos de Dios, soy de la misma opinión: el ser la cabeza de la mujer es una cuestión universal, no simplemente la cosa de un corintio.

«Si algún hombre parece contencioso». Algunos parece que se imaginan que las hermanas no necesitan llevar la cabeza cubierta. Resisten a la palabra de Pablo y se oponen a lo que han recibido del Señor y les ha sido entregado. ¿Qué es lo que contesta Pablo? «Nosotros no tenemos esta costumbre». Este «nosotros» señala a Pablo y a los apóstoles. No hay esta costumbre entre los apóstoles, que las hermanas no se cubran. Esto es una cuestión sobre la que no hay que discutir. Si alguno desea todavía discutir, la respuesta es: «ni las iglesias de Dios». Está pues más allá de toda discusión.
Pablo nos muestra lo que las iglesias de Dios habían decidido hacer. Según la costumbre de aquel tiempo, cuando los judíos entraban en la sinagoga se cubrían la cabeza.
Tanto los hombres como las mujeres se cubrían la cabeza. Ambos usaban un velo llamado «tallit» para cubrirse la cabeza cuando entraban en la sinagoga. De otro modo no podían entrar. Los griegos de aquel tiempo, sin embargo, tenían costumbres diferentes (y Corinto, de paso, era una ciudad griega). Ni los hombres ni las mujeres se cubrían la cabeza cuando entraban en los templos. No había ninguna nación o raza gentil en los días de Pablo que requiriera que la mujer llevaran velo y el hombre no lo llevara.
Tanto la mujer como el hombre iban con velo, en el caso de los judíos, pero ni uno ni otro, en el caso de los gentiles. Sólo entre los cristianos los hombres llevaban la cabeza descubierta y las mujeres cubierta.
Así que, el que el hombre la llevara descubierta y la mujer cubierta era una orden que sólo los apóstoles cristianos habían dado. Es una práctica que sólo mantienen las iglesias de Dios; porque es diferente tanto de las costumbres judías como las de los gentiles. Es algo nuevo y es de Dios.
Todos los apóstoles creían que la mujer debía llevar la cabeza cubierta. Si alguno hoy profesa ser un apóstol, y con todo no cree que las mujeres hayan de llevar la cabeza cubierta, el tal no puede ser contado como uno de los apóstoles. Debe ser considerado un extraño. No hay la práctica entre los apóstoles de no creer esto. Si una iglesia no lo cree, la respuesta de Pablo es: «No tenemos esta costumbre, nosotros ni las iglesias de Dios». Ninguna de las iglesias locales que los apóstoles habían visitado, tenía la costumbre de discutir sobre el hecho que las mujeres se cubrieran la cabeza. De modo que la respuesta al que discute, es que no hay la práctica de discutir sobre ello. En los versículos 1-15, Pablo está dispuesto a razonar, pero, después, ya no razona más. Si alguno parece ser contencioso, Pablo dice que ningún apóstol aprueba la opinión del tal.
Si alguno quiere discutir, ninguna iglesia estará de acuerdo con su modo de ver. El tal está fuera de la comunidad de las iglesias así como de la de los apóstoles. Por tanto, que nuestras hermanas se cubran la cabeza en la iglesia cuando oran o profetizan. ¿Por qué? Para manifestar que en la Iglesia Dios ha obtenido aquello que le ha negado el mundo, el universo y algunos de los ángeles.

El principio de representación


Nosotros los cristianos vivimos bajo dos principios diferentes: el personal y el representativo. No vivimos solo personalmente, sino también representativamente delante de Dios. Si yo no me equivoco,en el futuro seremos juzgados tanto por causa de nosotros como por nuestra capacidad de representación.

1. Ilustrado por los amos
Por ejemplo, aquí tenemos a un amo bajo el cual hay varios siervos. Este amo es un hermano en el Señor; con todo trata a sus siervos de modo injusto, no razonable y áspero. En el futuro será juzgado por Dios por su injusticia, falta de ser razonable y por su dureza. Pero, además recibirá un juicio añadido, porque no sólo tiene nuestro hermano una relación con sus siervos, sino también representa a nuestro Señor como amo delante de Dios. Cada vez que actúa como amo, representa al Señor. La forma en que trata a sus siervos refleja la forma en que el Señor trataría a los suyos. Por tanto, si peca, en representación así como en su conducta personal, será juzgado por sus propios
pecados y también por el pecado de representar falsamente al Señor.
2. Ilustrado por los siervos
Supongamos que soy un siervo cristiano en vez de un amo. Si robo, estoy holgazaneando, miento, engaño y no cumplo con mi deber, voy a ser juzgado por estos pecados.
Pero, mi juicio no termina aquí, porque como siervo represento a todos los siervos que sirven al Señor que está en el cielo. Si sólo fuera cuestión de servicio delante de los hombres, podría engañar, hurtar, y haraganear. Con todo, siempre que la Biblia habla de ser un siervo, se nos recuerda que tenemos a un Señor en el cielo. Así que no soy
simplemente un siervo; estoy representando a todos los siervos. Soy un siervo tanto como persona como en calidad de representante.
3. Ilustrado por Moisés
Moisés montó en colera frente al pueblo de Israel en Meriba, porque tentó a Dios. Golpeó la roca dos veces con la vara. Inmediatamente Dios le reprendió. Si en este acceso de cólera, Moisés hubiera faltado sólo como individuo, aunque era el líder del pueblo, podía ser perdonado. ¿No había ocurrido antes que, cuando él vio al pueblo de
Israel adorando al becerro de oro en la llanura, mostró una indignación aún mayor haciendo pedazos las dos tablas de la ley inscritas personalmente por la mano de Dios?
Pero, Dios no le reprendió, porque en esta ocasión su ira representaba la ira de Dios; así que era justa. Pero, esta vez, cuando golpeó la roca dos veces, ¿qué dijo Dios? Dios dijo: «Por cuanto no creisteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado» (Números
20:12]. En otras palabras, Moisés representó mal a Dios. El pueblo de Israel pensó que Dios estaba enojado, cuando de hecho no era así.

La posición personal y la representativa

Así vemos que el pecado personal y el representativo son dos cosas diferentes. Al leer 1 Corintios 11:3, cada hermana, cada mujer (aunque no puedes hallar una mujer así en el mundo) debe entender que no está en su posición personal solamente, sino en una posición representativa también. Dios es la cabeza de Cristo, Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer. Por esta razón, la mujer debería llevar la cabeza cubierta.
Al llevar la cabeza velada cuando ora o profetiza, la hermana proclama delante de Dios que nadie en todo el mundo debe exponer su cabeza delante de Cristo. En realidad, nadie ha de exponer su cabeza delante de Dios ni debe tener su propia opinión o idea delante de Dios. En la presencia de Cristo, todas las cabezas deben estar cubiertas, todas nuestras opiniones y juicios deben ser denegados. Confesemos al Señor:
"Tú eres mi cabeza". Como hermana, tu cabeza está cubierta porque estás en una posición representativa. En realidad, representas a todo el universo. Declaras al mundo lo que todos deben hacer delante de Cristo.
La cabeza cubierta en sí misma es una cosa muy pequeña, pero constituye un gran testimonio.

Princípios para una Cosmovision Bíblica-John MacArthur, Jr.

“Hermanos, no se maravillen si el mundo los odia”. (1Juan 3:13)

Introduccion

El Movimiento de Jesus de 1960 y 1970, la señal One way [Mano única] — el dedo indicador levantado — se tomó un ícono popular. Pegatinas de para-choques y alfileres de solapa que decían: One way eran encontrados en todas parte y el eslogan se tomó las palabras identificadoras de los evangélicos.
El movimiento evangélico aquellos días era extremadamente diversificado (De cierta forma era aún más ecléctico de lo que es actualmente). incluía todo desde el Pueblo de Jesus, que era parte integral de la cultura joven de aquella época, a los fundamentalistas de la derecha, que despreciaban todo lo que fuera contemporáneo. Pero, todos tenían por lo menos una cosa importante en común: Ellos sabían que Jesucristo es el único camino para el cielo. La One way parecía una creencia inavalable de todos los evangélicos.
Ese ya no es más el caso. El movimiento evangélico de la actualidad ya no está unido en torno a ese punto. Algunos que se denominan evangélicos andan insistiendo abiertamente que la fe sólo en Jesus no es el único camino para el cielo. Ellos ahora están engreídos que los pueblos de todas las creencias estarán en el cielo. Otros simplemente están acobardados en afirmar la exclusividad del evangelio en una época en que el exclusivismo, pluralismo y tolerancia son tenidos por el mundo secular como virtudes supremas. Ellos piensan que sería un tremendo error cultural declarar que el Cristianismo es la única verdad y que todas las otras creencias son erradas. Aparentemente el mayor miedo que el movimiento evangélico tiene hoy día es de ser visto como posicionado en desarmonia con el mundo.
Porque se dio esa dramática mudanza?
Por que el movimento evangélico abandono aquello que otros aceptaban como verdades? Yo creo que es porque, en su búsqueda desesperada por el relevante y actual (en la moda), los líderes de la iglesia en la verdad no consiguieron ver para donde se encamina el mundo contemporáneo y por que. Nosotros ya no estamos viviendo en el mundo moderno. Este es el mundo post-moderno. Y el postmodernismo es tan hostil a la verdad del Cristianismo cuanto lo fue el modernismo — tal vez más aún. Las cuestiones filosóficas son diferentes, pero la hostilidad del mundo para con la verdad de las Escrituras no disminuyó ni un poco.
Este no es el momento de hacerse amistad con el mundo. Y ciertamente no es tiempo de capitular a los gritos del mundo por pluralismo y inc1usivismo. a menos que recuperemos nuestra conviccion de que Cristo es el único camino para el cielo, el movimiento evangélico se hará cada vez más débil e irrelevante.
Es irónico que tantos que están demoliendo la exclusividad de Cristo, así hacen porque creen que eso es una barrera a la "relevancia". En la verdad, el Cristianismo no es relevante de modo alguno si él fuera sólo uno de los muchos caminos para Dios. La relevancia del evangelio ha sido siempre su exclusividad absoluta, sumariada en la verdad que sólo Cristo hizo la expiación por el pecado y, por lo tanto, sólo Cristo puede hacer la reconciliación con Dios de aquellos que creen solamente en él.
La iglesia primitiva predicó a Cristo crucificado, sabiendo que el mensaje era una piedra de tropiezo para los judíos religiosos y locura para los griegos filósofos (1Co 1.23). Nosotros necesitamos recuperar esa osadía apostólica. Nosotros necesitamos recordar que los pecadores no son ganancias a través de relaciones públicas bien engendradas, pero el evangelio — un mensaje inherentemente exclusivo — es el poder de Dios para la salvación. Justamente esta estrechez coloca el Cristianismo a parte de cualquiera otra cosmovision. A fin de cuentas, el punto céntrico del sermón mejor conocido de Jesus fue declarar que el camino para la destrucción es ancha, mientras que el camino de la vida es tan estrecha que pocos a encuentran (Mt 7.14). Nuestra obligación como embajadores de Dios es justamente apuntar la carretera tan estrecha. Cristo es, aún, el único camino para Dios, y obscurecer el hecho es, en la realidad, negar Cristo y desacreditar el evangelio en sí.
Debemos resistir a la tendencia de que seamos absorbidos en las modas y modismos del pensamiento humano. Nosotros necesitamos enfatizar, no disminuir, lo que hace el Cristianismo único. Y para hacer eso de modo eficaz nosotros necesitamos tener una mejor comprensión de como el pensamiento del mundo está amenazando la sana doctrina en la iglesia. Debemos ser capaces de apuntar exactamente donde la carretera estrecha se aleja de la carretera ancha. Es para esta finalidad que yo ofrezco este pequeño volumen. Es sólo una breve reseña, pero mi oración es que él ayude a establecer la verdad del evangelio en contraste claro para con la sabiduría de este mundo. "Nadie se engañe a sí aún: si alguien de entre vosotros se tiene por sabio este siglo, se haga estulto para hacerse sabio”. Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios; por cuanto está escrito:
"Él atrapa los sabios en la propia astucia de ellos" (1Corintios 3.18,19). Le respondió Jesus: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. (Juan 14.6)

Capítulo 1 – La Iglesia vs el Mundo

hermanos, no se maravillen si el mundo los odia. (1Juan 3.13)
¿Porque los evangélicos intentan tan desesperadamente cortejar el favor del mundo? Las iglesias planean sus cultos de adoración para servir a los "sin-iglesia". Los productores cristianos imitan al artista del momento en términos de música y entretenimiento. Los predicadores se sienten aterrados de que la ofensa del evangelio pueda hacer alguien volverse contra ellos; entonces deliberadamente omiten partes del mensaje que el mundo puede no agradarse. El movimiento evangélico parece haber sido sabotado por legiones de falsos especialistas mundanos que están empeñados en intentar hacer lo mejor que pueden para convencer el mundo de que la iglesia puede ser tan inclusiva, pluralista y de mente abierta cuanto de más políticamente correcta.
La búsqueda por la aprobación del mundo es nada más, nada menos que adulterio espiritual. En la verdad, es decir precisamente la imagen que el apóstol santiago usó para describirla. Él escribió, "Infieles [NKN: "adúlteros y adúlteras"], no comprendéis que la amistad del mundo es enemiga de Dios? Aquel, pues, que quisiera ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios" (santiago 4.4). Existe y siempre existió una incompatibilidad fundamental, irreconcilible entre la iglesia y el mundo. El pensamiento cristiano es totalmente desarmônico con todas las filosofías de la Historia. La fe genuina en Cristo implica en una negación de todo valor mundano. La verdad bíblica contradice todas las religiones del mundo.

El propio Cristianismo es, por lo tanto, virtualmente contrario a todo lo que este mundo admira. Jesus dijo a sus discípulos, "Si el mundo os odia, sabed que primero me odió a mí. Si vosotros fueses del mundo, el mundo amaría lo que era suyo; sin embargo, no sois del mundo, por el contrario, de él escogeos, por eso, el mundo os odia" (Juan 15.18,19). Observe que nuestro Señor consideró como correcto que el mundo despreciaría la iglesia. Lejos de enseñar a sus discípulos la que intentas sin ganar el favor del mundo, reinventando el evangelio para adecuarse a las sus preferencias, Jesus expresamente advirtió que la búsqueda por las aclamaciones mundanas es una característica de los falsos profetas: "Ay de vosotros, cuando todos que os hablen bien de vosotros' Porque así procedieron sus padres con los falsos profetas" (Lc 626).
Él fue más lejos, "No puede el mundo odiaros, pero a mí me odia, porque yo doy testimonio de que sus obras son malas" (Juan 7.7). En otras palabras, el desprecio del mundo por el Cristianismo deriva de motivos morales, no intelectuales: "El juicio es este: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas. Pues todo aquel que practica el mal aborrece la luz y no se llega para la luz, a fin de que no fueran argüidas sus obras" (Juan 3.19,20). Es por esta razón que, no importa cuan dramáticamente la opinión del mundo pueda venir a variar, la verdad cristiana no será jamás popular al mundo.
Pero, virtualmente en toda época de la historia de la iglesia, ha habido gente en la iglesia que está convencida de que la mejor manera de ganar el mundo es satisfacer sus gustos. Tal tipo de abordaje tiene siempre sido en detenimiento del mensaje del evangelio. Las únicas veces que iglesia causó impacto significativo sobre el mundo fue cuando el pueblo de Dios permanecio firme, se rechazó a pactar y osadamente proclamó la verdad a pesar de la hostilidades del mundo. Cuando los cristianos se desveían de la tarea de confrontar los engaños del mundo con las impopulares verdades bíblicas, la iglesia invariablemente pierde su influencia e impotente si se mezcla com el mundo. Tanto las Escrituras cuanto la Historia atestiguan ese hecho. Y el mensaje cristiano simplemente no puede ser torcida para conformarse con la inestabilidad de la opinión del mundo. La verdad bíblica es fija y constante, no sujeta el cambio o adaptación.
La opinión del mundo, por otro lado, está siempre en flujo constante. Los varios modismos y filosofías cambian radicalmente y regularmente de generación en generación. La única cosa que permanece constante en el mundo es su odio por Cristo y su evangelio. A lo que todo indica, el mundo no abrazará por mucho tiempo cualquiera de las ideologías que están actualmente en boga. Si la Historia sirve como indicador, cuando nuestros nietos se vuelvan adultos la opinión del mundo habrá sido dominada por un sistema completamente nuevo de creencias y un conjunto de valores totalmente diferente. La generación de mañana renunciará a todas los modismos y filosofías de hoy, pero una cosa permanecerá inmutable: hasta que el Señor mismo vuelva, sea cual que sea la ideología que gane popularidad en el mundo, ella será tan hostil a las verdades bíblicas cuando lo fueron todas las precedentes.

MODERNISMO

Piense en lo que aconteció el siglo pasado, por ejemplo. Cien años atrás la iglesia estaba amenazada por el modernismo. Modernismo era urna cosmovision basada en la noción de que solamente la ciencia podía explicar la realidad. El modernista, con efecto, comenzó con la presuposición de que nada sobrenatural es real. Debería haber quedado instantáneamente obvio que el modernismo y el Cristianismo eran incompatibles en el nivel más básico. Si nada sobrenatural era real, entonces grande parte de la Biblia sería falsa y sin autoridad; la encarnación de Cristo sería un mito (anulando la autoridad de Cristo también); y todos los elementos sobrenaturales del Cristianismo, incluyendo el propio Dios, tendrían que ser totalmente redefinidos en términos naturalistas. El modernismo fue anticristiano hasta su médula.
No obstante, la iglesia visible en el comienzo del siglo 20 se quedó llena de gente que estaba convencida de que modernismo y Cristianismo podian y debían ser conciliados. Ellos insistían que si la iglesia no acompañara el paso con de los tiempos, abrazando el modernismo, el Cristianismo no sobreviviría al siglo 20. La iglesia se haría paulatinamente irrelevante para el pueblo moderno, ellos decían, e inmediatamente desaparecería. Así siendo, ellos inventaron un "evangelio social" desprovisto del verdadero evangelio de la salvación. Naturalmente, el Cristianismo bíblico sobrevivió el siglo 20 muy bien, obligado. En los lugares donde los cristianos permanecieron comprometidos con la verdad y autoridad de las Escrituras, la iglesia floreció, pero, irónicamente, aquellas iglesias y denominaciones que abrazaron el modernismo fueron las que se hicieron poco a poco irrelevantes y desaparecieron antes del fin del siglo. Muchos edificios de piedra, grandiosos, pero casi vacíos, dan testimonio de la fatalidad de la conformación con el modernismo.

POSMODERNISMO

El modernismo es ahora considerado como un modo de pensar del pasado. La cosmovision dominante tanto en el círculo secular cuanto en el académico actualmente es llamada de post-modernismo. Los post-modernistas han repudiado la confianza absoluta de los modernistas en la ciencia como único camino para la verdad. En la realidad los post-modernistas perdieron completamente el interés por la "verdad", insistiendo que no existe tal cosa como verdad absoluta o universal. El modernismo era de hecho tonteria y precisaba ser abandonado, pero el post-modernismo es un paso trágico en la dirección errada. Al contrario del modernismo, que estaba aún preocupado con la posibilidad de convicciones básicas, creencias y que ideologías sean objetivamente verdaderas o falsas, el post-modernismo simplemente niega que cualquier verdad pueda ser objetivamente conocida.
Para el post-modernista la realidad es lo que el individuo imagina que sea. Eso significa que lo que es "verdadero" es determinado subjetivamente por cada uno, y no existe tal cosa como la llamada verdad objetiva, con autoridad que gobierna o se aplica universalmente a toda humanidad. El post-modernista cree natural¬mente que no tiene sentido debatir si la opinión A es superior a la opinión B. A finales de cuentas, si la realidad es meramente una invención de la mente humana la perspectiva de verdad de una persona es finalmente tan buena cuanto a de otra. Tiendo desistido de conocer la verdad objetiva, el post-modernista se ocupa en lugar de eso, con la búsqueda para "entender" el punto de vista de la otra persona. Entonces las palabras "verdad" y "comprensión" toman significados radicalmente nuevos. Irónicamente, "comprensión" requiere que primero de todo desacreditemos en la posibilidad de conocer cualquier verdad finalmente. Y "cierto" se hace nada más que una opinión personal, generalmente mejor guardada para sí aún.
Esa es una exigencia esencial, no niego que el post-modernismo le hace a todo el mundo: nosotros no debemos pensar que conocemos cualquier verdad objetiva. Los postmodernistas frecuentemente sugieren que toda opinión debería recibir igual respeto. Y, por lo tanto, en una visión superficial, el post-modernismo parece movido por una preocupación por la mente abierta para llegarse a la armonía y tolerancia. Todo suena muy caritativo y altruista, pero lo que realmente el fondo de el sistema de creencias post-modernistas es una intolerancia total por toda cosmovision que haga alegaciones de cualquier verdad universal particularmente el Cristianismo bíblico. En otras palabras, el post-modernismo comienza con una presuposicion que es irreconciliável con la verdad objetiva, divinamente revelada en las Escrituras. De la misma forma que el modernismo, el post-modernismo es fundamental y diametralmente opuesto al evangelio de Jesus Cristo.

POSMODERNISMO Y LA IGLESIA

No obstante, la iglesia actualmente está llena de gente que aboga ideas post-modernistas. Algunos de ellos hacen eso consciente y deliberadamente, pero la mayoría lo hace sin que quiera (Habiendo embebido demasiado del espíritu de los tiempos, ellos están simplemente regurgitando opiniones del mundo). El movimiento evangélico como uno todo, aún recuperándose de su larga batalla contra el modernismo, no está preparado para un adversario nuevo y diferente. Muchos cristianos, por lo tanto, no reconocieron aún el peligro extremo colocado por el pensamiento post-modernista. La influencia post-modernista claramente ya infecta la iglesia. Los evangélicos están bajando el tono de su mensaje para que las rígidas alegaciones de verdades del evangelio no suenen tan desagradables a los oídos post-modernos. Muchos evitan hacer afirmaciones inequívocas de que la Biblia es verdadera y todos los otros sistemas religiosos del mundo son falsos. Algunos que se intitulan cristianos fueron aún más lejos, resueltamente negando la exclusividad de Cristo y abiertamente cuestionando su alegación de ser él el único camino para Dios.
El mensaje bíblico es clara. Jesus dijo, "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14.6). El apóstol Pedro proclamó la una audiencia hostil, " ... no hay salvación en ningún otro; porque abajo del cielo no existe ningún otro nombre, dato entre los hombres, por lo cual importa que seamos salvos" (Hechos 4.12). El apóstol Juan escribió, " . quien cree en el Hijo tiene la vida eterna; lo que, sin embargo, se mantiene rebelde contra el Hijo no verá la vida, pero sobre él permanece la ira de Dios" (Juan 3.36). Repetidas veces las Escrituras enfatizan que Jesus Cristo es la única esperanza de salvación para el mundo. " ... hay un solo Dios y un sólo Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesus, hombre" (1Tim 2.5). Solamente Cristo puede expiar pecados y, por lo tanto, solamente Cristo puede dar salvación. " ... el testimonio es este: que Dios nos dio la vida eterna; y esta vida está en su Hijo. “Aquel que tiene el Hijo tiene la vida; aquel que no tiene el Hijo de Dios no tiene la vida" (1Juan 5.11,12).
Esas verdades son contrarias a la doctrina céntrica del post-modernismo. Ellas hacen alegaciones de verdad exclusivas, universales, declarando ser Cristo el único camino para el cielo y erróneos todos los otros sistemas de creencia. Es decir lo que las Escrituras enseñan. Es lo que la iglesia verdadera ha proclamado al largo de toda su historia. Es el mensaje del Cristianismo. Y simplemente no puede ser ajustado para acomodar las sensibilida¬des post-modernas. En vez de eso, muchos cristianos simplemente van pasando por encima de las alegaciones exclusivas de Cristo, bajo un silencio constrangedor. Peor aún, algunos en la iglesia — incluyendo algunos de los más conocidos lideres evangélicos — comenzaron a sugerir que tal vez el pueblo pueda ser salvo fuera del conocimiento de Cristo.
Los cristianos no pueden capitular al post modernismo sin sacrificar la esencia de nuestra fe. La alegación de la Biblia de que Cristo es el único camino de la salvación está ciertamente en desarmonia con la noción post-moderna de "tolerancia", pero es, a finales de cuentas, exactamente lo que la Biblia claramente enseña. Y la Biblia, no la opinión post-moderna, es la autoridad suprema para el cristiano. Solamente la Biblia debe determinar lo que nosotros creemos y proclamar eso al mundo. Nosotros no podemos abrir mano de eso, no importa cuanto el mundo post-modernista reclame que nuestras creencias hacen de nosotros personas "intolerantes".
TOLERANCIA INTOLERANTE
La veneración de la tolerancia por el post-modernista es una característica obvia, pero esa versión de la "tolerancia" es, en la verdad, una distorsión peligrosa de la verdadera virtud. De hecho, tolerância nunca es mencionada en la Biblia como una virtud, excepto en el sentido de paciencia, longanimidade y mansidão (ver Ef 4.2). De hecho, la noción contemporánea de tolerancia es un concepto patéticamente débil comparado al amor que las Escrituras ordenan a los cristianos que muestren a sus enemigos. Jesus dijo, "amad vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian; bendizei a los que os maldizem, orad por los que os calumnian" (Lc 6.27,28; confiera los versículos 29-36).
Cuando nuestros abuelas hablaron de tolerancia como una virtud, ellos tenían eso en mente. La palabra entonces significaba respetar las personas y tratarlas con bondad aún cuando creemos que ellas están erradas, pero la noción post moderna de tolerancia significa que nosotros nunca debemos considerar la opinión de nadie como errada. La tolerancia bíblica es para las personas; la tolerancia post-moderna es para ideas.Aceptar toda creencia como igualmente válida difícilmente es una virtud real, pero es prácticamente el único tipo de virtud que el post-modernismo conoce. Las virtudes tradicionales (incluyendo humildad, dominio propio y castidad) son abiertamente mofadas e incluso consideradas como transgresiones, en el mundo del post-modernismo.
Previsiblemente la beatificación de la tolerancia post-moderna ha tenido sus efectos desastrosos sobre la verdadera virtud en nuestra sociedad. En estos tiempos de tolerancia, lo que era prohibido pasó a ser animado. Lo que era tenido como inmoral es ahora festejado. Infidelidad marital y divorcio fueron normalizados. Impureza es el lugar común. Aborto, homosexualidad y perversiones morales de todos los tipos son aclamados por grandes grupos y entusiasticamente promovidos por el mass media popular. La noción post-moderna de tolerancia está sistemáticamente volcando virtud genuina en la cabeza de ellos. Prácticamente la única cosa a ser rechazada por la sociedad como maligna es la noción simplória y políticamente incorrecta que el estilo de vida, religión, o perspectiva diferente de otra persona es incorrecto.
Una excepción notable a aquella regla se destaca claramente: los post-modernistas aceptan que la intolerancia se esté aquellos que alegan conocer la verdad, particularmente los cristianos bíblicos. De hecho, aquellos que se proclaman los abogados líderes de tolerancia actualmente son frecuentemente los oponentes más declarados del Cristianismo evangélico. Basta dar un vistazo en internet, por ejemplo, y vea lo que está siendo dicho por los autoestilizados campeones de tolerancia religiosa. Lo que usted va a encontrar es una gran cantidad de intolerancia por el Cristianismo bíblico. En la verdad, algunos de los materiales más amargos anticristiano en internet pueden ser encontrados en webs supuestamente promoviendo la tolerancia religiosa.!
Por qué eso? Por qué el Cristianismo bíblico auténtico depara con tal feroz oposición de pes¬suenas que piensan ser modelos de tolerancia? Es porque las alegaciones de verdad de las Escrituras y particularmente las alegaciones de Jesus de ser el único camino para Dios — son diametralmente opuestos a las pressuposições fundamentales de la mente post-moderna. El mensaje cristiano representa un golpe fatal a la cosmovisão post-modernista. Pero si los cristianos se dejan engañar o son intimidados a suavizar las alegaciones directas de Cristo y a ensanchar el camino angosto, la iglesia no hará cualquier adelanto contra el post-modernismo. Nosotros necesitamos recuperar la distinción del evangelio. Necesitamos reconquistar nuestra confianza en el poder de la verdad de Dios. Y nosotros necesitamos proclamar con osadía que Cristo es la única verdadera esperanza para el pueblo de este mundo.
Eso puede no ser lo que el pueblo quiere oír en este tiempo pseudo-tolerante del post-mo¬dernismo, pero es cierto asimismo. Y precisamente porque es verdad y el evangelio de Cristo es la única esperanza para un mundo perdido es que es aún más urgente que levantemos por encima de todas las voces de confusión en el mundo y decir de esta forma. El restante de este libro irá a examinar seis conceptos llaves que explican la distinción del Cristianismo. Son principios que totalmente contradicen la sabiduría convencional del post modernismo, pero ellos son componentes esenciales de una cosmovisão bíblica. Esos seis principios, definidos por seis palabras-llave, se elevan unos sobre los otros y se interligam de tal modo que permanecen en pie o se caen juntos. Ellos nos dan la estructura necesaria para el pensamiento, para que entendamos el mundo a la nuestra vuelta y para ministrarmos en este tiempo post-moderno.

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miércoles, 17 de noviembre de 2010

A Solas con DIOS!!! Un libro IMPERDIBLE escrito por John MacArthur



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Escritos de J. N. DARBY (1800 - 1882)




Comentarios de libros de la Santa Biblia

SINOPSIS DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA (Nuevo Testamento)
INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO (Sinopsis de los Libros de la Biblia)
EL EVANGELIO SEGÚN MATEO (Escritos Compilados)

MATEO, Capítulos 1 al 14 (Sinopsis de los Libros de la Biblia)
MATEO, Capítulos 15 al 28 (Sinopsis de los Libros de la Biblia)
EL EVANGELIO DE MARCOS (Escritos Compilados)
MARCOS (Sinopsis de los Libros de la Biblia)

NOTAS ACERCA DEL EVANGELIO DE LUCAS, Capítulos 1 al 12 (Escritos Compilados)
NOTAS ACERCA DEL EVANGELIO DE LUCAS, Capítulos 13 al 24 (Escritos Compilados)
LUCAS, Capítulos 1 al 8 (Sinopsis de los Libros de la Biblia)

LUCAS, Capítulos 9 al 24 (Sinopsis de los Libros de la Biblia)
ACERCA DEL EVANGELIO DE JUAN, Capítulos 1 al 10 (Escritos Compilados)
ACERCA DEL EVANGELIO DE JUAN, Capítulos 11 al 21 (Escritos Compilados)
JUAN, Capítulos 1 al 12 (Sinopsis de los Libros de la Biblia)
JUAN, Capítulos 13 al 20 (Sinopsis de los Libros de la Biblia)
HECHOS (Sinopsis de los Libros de la Biblia)
LAS EPÍSTOLAS: INTRODUCCIÓN (Sinopsis de los Libros de la Biblia)

ROMANOS (Sinopsis de los Libros de la Biblia)
1 CORINTIOS (Sinopsis de los Libros de la Biblia)
EFESIOS (Sinopsis de los Libros de la Biblia)
2 TESALONICENSES (Sinopsis de los Libros de la Biblia)
TITO (Sinopsis de los Libros de la Biblia)
BREVE EXPOSICIÓN DE LA EPÍSTOLA DE SANTIAGO

Escritos de carácter Misceláneo

ACERCA DEL MISTICISMO
ACERCA DEL GOBIERNO DE DIOS Y SUS CONSEJOS EN GRACIA

Escritos de carácter Evangélico

EL HIJO PRÓDIGO CON EL PADRE (Lucas 15)
LAS DIEZ VÍRGENES

Escritos de carácter Doctrinal

¿QUÉ APRENDO YO DE LA ESCRITURA?
¿QUIÉN ES UN SACERDOTE Y QUÉ ES UN SACERDOTE?

Escritos de carácter Profético

LA DISPENSACIÓN DEL REINO DE LOS CIELOS
LAS SIETE IGLESIAS - APOCALIPSIS, Capítulos 1, 2 Y 3 (J.N.Darby)

Escritos de carácter Eclesiástico

ACERCA DE DONES Y CARGOS EN LA IGLESIA
ACERCA DEL MINISTERIO: SU NATURALEZA, FUENTE, PODER, Y RESPONSABILIDAD
CONSIDERACIONES ACERCA DE LA NATURALEZA Y UNIDAD DE LA IGLESIA DE CRISTO
¿QUÉ ES LA IGLESIA, TAL COMO ERA AL PRINCIPIO? Y, ¿CUÁL ES SU ESTADO ACTUAL?
¿QUÉ ES UNA SECTA?


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Escritos de C.H.MACKINTOSH (1820 - 1896)



TEOLOGÍA PARCIAL [Calvinismo y Arminianismo]

VIDA CRISTIANA: ¿QUÉ ES?

COMUNIÓN CON DIOS, ¿QUÉ ES?

EL CAMINO DE DIOS, Y CÓMO HALLARLO

ADORACIÓN FALSA

CRISTIANISMO - ¿QUÉ ES?

LAS ESCENAS FINALES DE MALAQUÍAS Y JUDAS

LA BIBLIA: ¿DE DÓNDE ES?

CONVERSIÓN: ¿QUÉ ES?

DIVERSIDAD Y UNIDAD

EPAFRAS, EL SERVICIO DE ORACIÓN

DENTRO DEL VELO, FUERA DEL CAMPAMENTO

PROVISIÓN PARA LOS "TIEMPOS PELIGROSOS" (2a. Timoteo)


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lunes, 8 de noviembre de 2010

REVISTA CRECED GRATIS

La revista Creced es destinada a los creyentes que desean progresar en el conocimiento de la Palabra de Dios. Contiene enseñanzas para la vida cristiana y temas doctrinales.
La revista CRECED tiene como meta la edificación, la enseñanza y el progreso espiritual de los creyentes que, por gracia, pertenecen a Cristo,“hasta que todos lleguen a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).




Puedes recibir una suscripción gratis escribiendo tus datos postales a éste correo electrónico: revista@creced.ch o desde este sitio web: http://www.creced.ch/index.php/contactar-creced


Revista > Por temas

Desde aquí puedes encontrar los temas bíblicos publicados en el periódico y también animar a otros
creyentes a la búsqueda personal de pasajes bíblicos, ayudándoles asimismo a hallar aclaraciones y elementos de respuesta a sus propias preguntas.

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La Soberanía de Dios y la Responsabilidad del Hombre

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Nuevamente nos encontramos con dos verdades paralelas que son perfectamente ciertas en su lugar, que no se interfieren entre sí, pero que aun así suelen confundirse en las mentes de los hombres. Nabucodonosor era un monarca absoluto y, sin embargo, tuvo que reconocer la soberanía de Dios y confesar: “Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? (Daniel 4: 34, 35).

Dios tiene absoluto poder, absoluta autoridad, absoluta soberanía. Él hace según su voluntad, la cual nadie puede cuestionar ni cambiar. Además, debemos señalar que Dios tiene “el propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor” (Efesios 3:11). Tal propósito no puede ser cambiado y será cumplido perfecta y absolutamente. El creyente confía plenamente en esto y se regocija grandemente en esta verdad maravillosa.

Pero, el incrédulo ciego siempre presentará sus inútiles planteos. Los hombres argumentan que si Dios es soberano y tiene un plan completo para el universo, entonces no interesa lo que haga la gente. «Hagan lo que hagan da lo mismo», argumentan ellos, «porque no pueden evitar hacerlo». Esto es como afirmar que el hombre no es responsable de sus propios actos, lo cual es fatal. Sin embargo, a estas personas les parece un argumento lógico, porque no comprenden que la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre son dos hechos reales que tienen vigencia al mismo tiempo.

¿El hombre es responsable? Si, tan cierto como que Dios es soberano. Sin importar lo que nosotros pensemos al respecto, Él declara que “cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Romanos 14:12). Al respecto, el mismo Señor Jesús afirma en Mateo 12:36: “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.” En aquel día nadie se atreverá a decir que fue obligado a realizar sus malas obras y a pronunciar las palabras ociosas que salieron de su boca. Por el contrario, el impío deberá confesarse culpable de haber eludido la responsabilidad que su propia conciencia le había enseñado en vida. Por otro lado, si creemos que Dios es soberano, ¿no debemos admitir de igual forma que nuestra posición es la de seres que están sujetos a Él? La fe en un Dios soberano estimula nuestros corazones para que podamos sentir la responsabilidad de obedecerle.

Por tanto, aunque los creyentes no podamos satisfacer el intelecto de los hombres explicando la compatibilidad ineludible que hay entre la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre, por la fe, en cambio, no hallamos ninguna dificultad para entender estas cosas. Los hijos de Dios nos regocijamos en ambos hechos y entendemos que es justo someterse por completo a la voluntad divina. Dios tiene el derecho de actuar como le plazca. Nosotros, por el contrario, no tenemos ningún derecho de hacer como nos parece y, al mismo tiempo, tenemos la responsabilidad de hacer todo aquello que a Dios le agrada. El secreto para lograr abundantes bendiciones consiste en darle a Dios el lugar que se merece y mantenernos a nosotros mismos en el lugar que nos corresponde. Conservemos estas verdades, paralelas y distintas, en sus respectivos lugares y aceptemos que ambas son absolutamente ciertas.

L.M Grant



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Este articulo es parte del libro de L M Grant "PARADOJAS BÍBLICAS MARAVILLOSAS."

domingo, 7 de noviembre de 2010

37 LIBROS WATCHMAN NEE




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Sobre el desánimo.. x David Wilkerson

Qué duro tener que ser el portador de este mensaje! En el capítulo 19 de Jeremías, Dios pidió al profeta Jeremías que comunicara al pueblo estas palabras: «Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “He aquí, voy a traer sobre esta ciudad y sobre todas sus aldeas la calamidad que he declarado contra ella, porque han endurecido su cerviz para no escuchar mis palabras”.» (Jer 19.15).

¡Torturado!
Pasur era el oficial principal del templo en ese tiempo y las palabras de Jeremías lo enfurecieron. Inmediatamente, estalló en ira y mandó a azotar al profeta. Después llamó a sus siervos para que lo colocaran en un cepo. Lo situaron en la puerta de la ciudad, donde sería humillado por todos los que pasaran por ahí.
El cepo era un instrumento de tortura. Por veinticuatro horas, Jeremías experimentaría dolor incesante. Primero, inmovilizaron su cabeza. Luego torcieron su cuerpo mientras fijaban sus brazos transversalmente. Tuvo que mantenerse en esa tortuosa posición una noche y un día completos.
¡Qué escena tan horrible! Recuerde que Jeremías era profeta ungido por el Señor. Desde su juventud sabía que Dios lo había llamado a comunicar su Palabra a su pueblo elegido. Sin embargo, ahora estaba atado y era torturado precisamente por hacer eso. No obstante, a pesar de su sufrimiento, Jeremías nunca dudó de su llamado. Él sabía que la Palabra que había recibido procedía de Dios, y así había sido desde el principio de su ministerio.
El Señor mismo había testificado de su relación con Jeremías: «Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones.» (Jer 1.5). Lo que Dios le decía en forma concreta era: «Te conocí antes de que creara a la tierra, Jeremías. Tenía un plan para tu vida desde ese momento. Te formé para que predicaras mi Palabra.»
Al principio, Jeremías le respondió: «¡Ah Señor Dios! He aquí, no sé hablar, porque soy joven», pero Dios le contestó: «No digas: “Soy joven”.» (1.6–7). En otras palabras: «Te he llamado Jeremías. Así que no digas que no eres capaz de hacerlo.»
Luego el Señor añadió: «Adondequiera que te envíe, irás, y todo lo que te mande, dirás. No tengas temor ante ellos, porque contigo estoy para librarte.» (1.7–8).
Jeremías describe lo ocurrido en ese momento: «Entonces extendió el Señor su mano y tocó mi boca. Y el Señor me dijo: He aquí, he puesto mis palabras en tu boca.» (1.9). ¡Qué increíble momento en la vida de Jeremías! ¡Cuán maravilloso es saber que Dios ha puesto su mano en usted, que le ha revelado sus pensamientos y lo ha ungido para hablar por él! Esta es la razón por la cual Jeremías nunca dudó de las palabras que Dios le dio.
Luego el Señor le dio estas instrucciones: «Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate y diles todo lo que yo te mande. No temas ante ellos, no sea que yo te infunda temor delante de ellos.» (1.17). Finalmente, Dios le dijo a su siervo esta poderosa palabra: «He aquí, yo te he puesto hoy como ciudad fortificada, como columna de hierro y como muro de bronce contra toda esta tierra: contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes y el pueblo de la tierra. Pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo —declara el Señor— para librarte.» (1.18–19).
Piense un instante en el asombroso mensaje que Dios le dio a este hombre. Él le decía: «Jeremías, planeé un ministerio para ti en la eternidad y ahora te envío para que erradiques todas la mentiras de Satanás. Quiero que derribes y destruyas cada ídolo frente a mi pueblo. Y levanta también a la nación. Quiero que plantes las semillas de mis buenas nuevas. No te preocupes, te diré qué decir, justo cuando lo necesites. Pero no temas a los hombres, a sus malas caras o amenazas ni al fracaso. Recuerda: mientras vivas, estoy contigo. Ningún demonio o enemigo te podrá tocar. Por eso, no te desanimes. Así que levántate en fe ahora, y haz como te he mandado. Tienes un propósito divino, y es hablar según mi pensamiento. No permitas que nadie ni nada te desanime.» El Señor añadió, al final, esta advertencia: «No sea que yo te infunda temor delante de ellos.» (1.17).
Amado hermano y hermana, este mensaje de Dios no es solo para Jeremías, sino para cada pastor y siervo cristiano que Dios ha llamado. Él nos dice: «¡No permitas que nadie te amedrente! No hay razón para que te desesperes ni te sientas confundido ante los hombres. Te he dicho que estoy contigo. Te he dicho que eres una ciudad fortificada. Así que no hay razón para que te sientas acabado ni para que renuncies. Si no crees lo que te he dicho, si dudas de mi fidelidad hacia ti, entonces no puedes evitar extinguirte. Terminarás amargado y agotado y renunciarás. Yo te infundiré temor ante tu oponente, pero será porque no confiaste en mi Palabra.»
«Te digo: no importa a cuáles dificultades te enfrentes ni lo mal que te traten o cuánto abusen de ti. Tus amigos, tu familia —incluso príncipes y reyes— se volverán en tu contra pero ellos nunca prevalecerán. He puesto muros de bronce y columnas de hierro para que te rodeen. ¡Estoy contigo para librarte!»
Este mensaje es para todos aquellos que, como Jeremías, han sido llamados desde antes de la creación a servir a Cristo. El apóstol Pablo dice de Dios: «Quien nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad.» (2Ti 1.9). En otras palabras, el Señor llama a cada persona que está «en Cristo», y todos nosotros tenemos el mismo mandato: escuchar la voz de Dios, proclamar su Palabra, nunca temer a ningún hombre y confiar en él cuando nos enfrentemos a cualquier prueba imaginable.
De hecho, lo que Dios le prometió a Jeremías aplica a todos sus siervos. Es decir, no necesitamos tener un mensaje preparado para pronunciarlo ante el mundo. Él nos ha prometido que llenará nuestra boca con su Palabra, en el momento exacto en que sea necesario. Pero eso pasará solamente si confiamos en él.
Pablo indica que muchos son escogidos para ser predicadores, maestros y apóstoles y que todos ellos van a sufrir por esa razón. Él se cuenta a sí mismo entre ellos: «Para el cual (el evangelio) yo fui constituido predicador, apóstol y maestro. Por lo cual también sufro estas cosas.» (2Ti 1.11–12). En resumen, nos quería decir que «Dios me ha dado un trabajo santo para llevar a cabo y porque tengo ese llamado, voy a sufrir». Las Escrituras muestran que Pablo fue probado como pocos ministros lo han sido. Satanás trató de matarlo una y otra vez. La multitud «religiosa» lo rechazó y lo ridiculizó. A veces incluso aquellos que lo apoyaron abusaban de él o lo abandonaban. Pero Pablo nunca temió ante los hombres. Nunca se amedrentó ni se sintió avergonzado ante el mundo, ni tampoco se apagó. Para cada ocasión, Dios le proveía de palabras ungidas y necesarias para que las comunicara en el momento justo.
El hecho es que Pablo simplemente no se perturbaba. Él nunca perdió su confianza en el Señor, por el contrario, testificó: «Yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día.» (1Ti 1.12). En otras palabras: «He comprometido mi vida entera a la fidelidad del Señor. Viva o muera, soy suyo». Y aconsejó a su joven discípulo Timoteo para que hiciera lo mismo: «Retén la norma de las palabras sanas que has oído de mí, en la fe y amor en Cristo Jesús.» (1.13).
Precisamente la semana pasada le di el mismo consejo a un pastor. Hace poco este hombre renunció a su iglesia. Se sentía un fracasado por no haber logrado que nadie se convirtiera ni que su congregación creciera hacia la madurez. A su esposa le dolía ver cómo su marido caía en una profunda desesperación. Ella me dijo: «Él es un hombre piadoso y se preocupa por orar fielmente por su gente. Pero se desanimó porque no daba a luz a ningún hijo espiritual. Su predicación era ungida, pero la gente no quería escucharla. Sintió que ya no podía hacer otra cosa que renunciar». Me aseguré de darle a este hombre las palabras de ánimo de Pablo. Lo aconsejé a ayunar por su fe y por la palabra que había recibido. Dios sería fiel en cumplir todo lo que había prometido.
Jeremías tocó fondo cuando estaba en el cepo. No solamente era su cuerpo el que se retorcía, sino que también su alma estaba bajo ataque. Era una noche oscura y tortuosa para este hombre piadoso que se preocupaba por los demás.
¡No doy más!
Finalmente, después de veinticuatro horas de dolor y humillación, Jeremías fue liberado y fue directamente a donde estaba Pasur, el hombre que lo había puesto en el cepo, y le profetizó: «El Señor tiene un nuevo nombre para ti, Pasur. Ahora tu nombre significa que vas a vivir bajo constante amenaza y sentirás temor por el resto de tus días.» ¿Observó eso? Jeremías sabía lo peligroso que era para cualquier persona tocar al ungido de Dios. Indignado, Pasur tan solo trató de mentiroso al profeta.
Jeremías, sin embargo, había agotado su capacidad de resistencia. Empezó a utilizar el lenguaje de un siervo agobiado: «Me persuadiste, Oh Señor, y quedé persuadido; fuiste más fuerte que yo y prevaleciste. He sido el hazmerreír cada día; todos se burlan de mí.» (Jer 20.7). La palabra hebrea que se traduce con el término «persuadido» significa atacado. Jeremías estaba diciendo: «Señor, me has expuesto a un gran engaño. Terminé siendo un ministro que ha sido completamente atacado.»
No podemos suavizar la acusación que Jeremías le hace a Dios en este pasaje. De hecho, él le está diciendo: «Señor, me llamaste a predicar tu Palabra. Me dijiste que profetizara, que destruyera y edificara. Pusiste palabras duras y difíciles en mi boca, pero después, cuando las dije, me abandonaste.
»No entiendo. Te obedecí, Señor. Fui fiel. No pequé en contra tuya. De hecho, arriesgué mi vida por ti. ¿Y qué obtuve? Engaño, decepción, abandono y abuso.»
Intente imaginar lo que pasó por la mente de este hombre durante esas veinticuatro horas de tortura: «Prediqué sobre la misericordia a todas estas personas. Pero ahora todo lo que hacen es abusar de mí. Señor, les hablé como tu profeta. Les rogué que se volvieran a ti. Les dije que tú les sanarías y los bendecirías. Pero se han vuelto para pronunciar palabras que me hacen daño. Durante días lloré por estos hombres y estas mujeres. Mi corazón se quebrantó por ellos. Incluso me entristecí por sus pecados. En mis adentros, sentí compasión por ellos. Pero ahora se burlan de mí. Me ridiculizan todos los días. Dios, ¡me has puesto en un infierno viviente! La misma palabra que me diste se convirtió en mi desgracia.» (vea Jer 20.7–8).
Tal vez usted reflexione: «Dios le prometió a Jeremías que nunca sería avergonzado. Pero ¿no fue eso lo que ocurrió exactamente?». Le aseguro que el siervo de Dios no fue avergonzado. Al contrario, el Señor hacía algo grandioso en la tierra y solo sería revelado a su tiempo. Iba a mostrarle a la nación que Jeremías no había sido quebrantado ante los hombres. En lugar de eso, él era un testimonio y así sería recordado por los siglos.
Recibo cartas de pastores alrededor del mundo que se sienten como Jeremías. En una oportunidad, un ministro me escribió: «Me siento derrotado. Fui fiel a la hora de hacer todo lo que Dios me pedía. Pero cuando salí al frente, en fe, me abandonó. Ahora veo cual era mi problema. No mantuve la confianza durante mi tiempo de prueba. Cuando las pruebas empezaron, no dependí de la Palabra de Dios ni de su fidelidad. Olvidé su promesa que dice: “Nunca te dejaré”.»
Sé lo que significa pasar por este tipo de prueba. Hace unos quince años, cuando la Iglesia «Times Square» apenas iniciaba, Satanás trató de arruinar nuestro ministerio y destruir la iglesia. Hubo acusaciones increíbles sobre rivalidades raciales, y ataques hacia mi familia y mi persona. Los chismes envenenaron la mente de muchas personas y algunas se me acercaban después del culto y me preguntaban: «¿Usted realmente es el farsante que otros me han contado?» Hasta este día, cuando lo leo, me causa dolor lo que anoté en mi diario durante ese tiempo. Empecé a odiar los domingos por la mañana, especialmente cuando tenía que predicar. A menudo me sentaba en mi escondite y lloraba, hasta que mi esposa, Gwen, me abrazaba y me decía: «David, es tiempo de irnos.»
Lloré durante semanas por el dolor que todo esto me causaba. Finalmente, le dije a Gwen: «No necesito esto. ¿Por qué no vuelvo a escribir libros y a evangelizar?» Todo lo que ella podía hacer era mover su cabeza y decir: «¿Cómo pueden algunos cristianos ser tan crueles?»
Por supuesto que no renuncié. Y nunca lo haré. ¿Por qué? Por la misma razón por la cual Jeremías no desistió. Es el mismo motivo por el cual otros ministros y siervos cristianos no pueden renunciar: «Esto se convierte dentro de mí como fuego ardiente encerrado en mis huesos; hago esfuerzos por contenerlo, y no puedo [renunciar].» (Jer 20.9).
Dios no reprendió a Jeremías por su fuerte discurso. En Jeremías 20.14–18, el profeta dio rienda suelta a un impetuoso discurso con matices suicidas: «Maldito el día en que nací; el día en que me dio a luz mi madre no sea bendito. Maldito el hombre que dio la noticia a mi padre, diciendo: ¡Te ha nacido un hijo varón!... Sea ese hombre como las ciudades que el Señor destruyó sin piedad.… ¿por qué no me mató en el vientre para que mi madre hubiera sido mi sepultura, y su vientre embarazado para siempre? ¿Por qué salí del vientre para ver pena y aflicción, y que acaben en vergüenza mis días?»
Percibí esta misma angustia en la voz de un ministro que me llamó hace poco. Me dijo: «David, he afligido al Señor profundamente. Me siento tan pesimista debido a mi fracaso; estoy vacío, ya no me queda nada. Siento como si ya no valiera la pena vivir más.»
Muchos siervos de Dios en las Escrituras también expresan los mismos sentimientos. Cuando Job estaba inmerso en su momento más oscuro, una voz le aconsejó: «Renuncia a Dios y muere.» Elías escuchó una voz similar. Y el profeta, que una vez fue grande, terminó rogando: «Señor, toma mi vida. Soy un fracaso, como todos mis antepasados.»
Tal vez en este momento usted se siente como todos ellos. El enemigo lo ha retorcido y ha inmovilizado su cabeza en un cepo. Quizás piensa: «He clamado día y noche, pero Dios no responde a mis oraciones. Ya no puedo pasar por esto otra vez. No necesito esto en mi vida. Todo era más fácil cuando estaba en el mundo, antes de conocer a Dios. Me siento abandonado.»
Soy consciente de que algunos cristianos podrían argumentar algo como lo siguiente: «el tono de todos estos comentarios va en contra de Dios. Merece un severo castigo». Pero la verdad es que solo somos capaces de pensar en el hombre externo. Dios ve el corazón y él, que conocía en lo más íntimo a Jeremías escogió no reprender al desesperado profeta. ¿Por qué?
El Señor sabía que todavía ardía fuego en este hombre. Era como si Dios dijera: «Jeremías no renunciará. Claro que “volarán algunas chispas” mientras él expresa su confusión. Pero él todavía cree en mi Palabra. Arde en su alma. Va a salir de esta prueba con una fe que no podrá ser removida. Sé que mi siervo no puede evitar predicar mi Palabra. La he estampado en su alma, en su corazón y en su mente. Y sus mejores días están por delante. Todavía sigue siendo mi siervo elegido.»
Jeremías sí obtuvo una nueva esperanza. De repente, estuvo lleno de ánimo y se levantó, como si estuviera diciendo: «Espera Satanás, no puedes engañarme. No vas a echarme de este ministerio que Dios me dio. El Señor me llamó, y sé que su Palabra es segura.»
El profeta entonces testificó: «He oído las murmuraciones de muchos: ¡Terror por todas partes!... Todos mis amigos de confianza, esperando mi caída, dicen: Tal vez será persuadido, prevaleceremos contra él y tomaremos de él nuestra venganza. Pero el Señor está conmigo como campeón temible; por tanto, mis perseguidores tropezarán y no prevalecerán.… Cantad al Señor, alabad al Señor porque ha librado el alma del pobre de manos de los malvados.» (Jer 20.10–11, 13).
Tal vez en este momento usted piensa que su fuego se ha extinguido. Está convencido de que no queda ni una sola chispa. Al igual que Jeremías, puede que haya pensado o dicho: «No recordaré [al Señor] ni hablaré más en su nombre.» (Jer 20.9).
Apasionado
Lo único que nos saca de esta oscuridad es la fe, la cual viene al escuchar la Palabra de Dios. Sencillamente tenemos que aferrarnos a la Palabra que han implantado en nosotros. El Señor nos prometió: «No dejaré que te hundas. Por eso no hay razón para que te angusties ni para que renuncies. Descansa en mi Palabra.»
Puede que usted piense: «Pero esta noche oscura es peor que cualquier otra cosa que haya conocido. He escuchado miles de sermones acerca de la Palabra de Dios, pero ninguno de ellos parece tener valor para mí ahora». No se preocupe. El fuego de Dios todavía arde en usted, incluso si no lo puede ver y usted debe derramar en ese fuego el combustible de la fe. Lo puede hacer simplemente confiando en el Señor. Cuando lo haga, verá cómo todas sus dudas y deseos desenfrenados se consumen.
A mi alrededor, veo una notable carencia de la Palabra de Dios. Pero, a pesar de eso, veo también a nuestro Señor haciendo su gloriosa obra de restauración en su gente. Él conoce a aquellos que han desertado y todavía los ama. De hecho, él habla a cada uno de los que se han enlistado en su ejército y los incita a regresar a su llamado original.
Y aquellos, quienes una vez yacían muertos, reviven. Claman como lo hizo Jeremías: «El fuego de Dios en mí ha estado reprimido por mucho tiempo. Más ahora no lo puedo detener por un instante más. Puedo sentir cómo el poder de Dios me levanta. Está derramando vida en mi interior. Voy a hablar la Palabra que me dio y a proclamar su misericordia y poder sanador.»
El salmista escribe: «El Señor edifica a Jerusalén; congrega a los dispersos de Israel; sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.» (Sal 147.2–3).
Querido santo, no sé cual es su lucha específica. Usted tal vez está en medio de la noche más oscura que ha experimentado y pareciera como si sus oraciones chocaran contra el techo. Pero sí sé esto: Dios ha puesto fuego en sus huesos. ¡Y ese fuego todavía arde! Tal vez solo queda una pequeña chispa, pero el Espíritu Santo trae aliento de vida a él. Él es fiel para revivir la llama en usted. Lo está levantando para restaurarlo a su llamado original. Él lo acompañará a través de cada noche oscura.
¡No permita que el la adversidad lo desanime!